El Papa no decidió reintegrar pastoralmente en Munich al sacerdote pederasta

El vicario general de la arquidiócesis de ese momento se asume la responsabilidad

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 12 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI es ajeno a la reintegración pastoral de un sacerdote pederasta en la arquidiócesis de Munich, a inicios de los años ochenta, cuando era arzobispo de esa arquidiócesis, aclara la Santa Sede.

Un comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede emitido en la tarde de este viernes aclara anticipaciones del diario alemán Süddeutsche Zeitung «sobre un sacerdote de la diócesis de Essen, con precedentes de abuso sexual, trasferido a la diócesis de Munich y, tras un período de tratamiento, integrado en la actividad pastoral en la época en que era arzobispo el cardenal Joseph Ratzinger».

La nota vaticana hace referencia a un comunicado emitido también este viernes por la arquidiócesis de Munich, que «explica los hechos, de los que se asume ‘responsabilidad total’ el vicario general de la diócesis en ese entonces, Gerhard Gruber».

La arquidiócesis de Munich explica que puede aclarar los hechos, pues el vicario general, monseñor Peter Beer, ha creado un grupo de trabajo para revisar la manera en que se han afrontado en el pasado las acusaciones de abusos sexuales atribuidos a sacerdotes.

En particular, este grupo de trabajo ha constatado que el sacerdote en cuestión, de quien no se revela su identidad –se habla de él con la inicial «H.»–, a la solicitud de la diócesis de Essen, fue acogido en enero de 1980 por la arquidiócesis de Munich para ser sometido a una terapia en Munich.

Según el dossier, el grupo de trabajo de la arquidiócesis ha deducido que el sacerdote debía someterse a esta terapia, probablemente porque había mantenido relaciones sexuales con jóvenes. En 1980, sigue explicando la arquidiócesis en el comunicado, se decidió permitir al sacerdote alojarse en una casa parroquial, para que poder someterse al tratamiento.

«Esta decisión fue tomada por el arzobispo», que entonces era el cardenal Ratzinger. Esta es sin embargo la primera y última decisión que involucra a Ratzinger en este caso, pues como sigue aclarando la diócesis, «a pesar de esta decisión, el entonces vicario general asignó a H. la asistencia pastoral en una parroquia de Munich sin ningún límite».

La decisión, por tanto, no fue de Ratzinger, a quien Juan Pablo II le nombró el 25 de noviembre de 1981 prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El sacerdote fue retirado del ministerio, después, en 1985, cuando la diócesis tuvo conocimiento de denuncias de abuso sexual contra él y al constatar que había sido incluido en una investigación policial.

En junio de 1986 fue condenado por el Tribunal de Distrito de Ebersberg por abuso sexual de menores a 18 meses de privación de libertad en régimen de libertad condicional y a una multa de 4.000 marcos. Al acusado se le ordenó someterse a psicoterapia.

De noviembre 1986 a octubre 1987 el sacerdote fue capellán en un asilo de ancianos. Luego fue reintegrado en una parroquia de Garching a causa de dos elementos decisivos, según explica el comunicado arquidiocesano: la sentencia relativamente ligera del tribunal de distrito Ebersberg y las observaciones ofrecidas por la psicóloga encargada de ofrecerle el tratamiento.

Desde el fallo del tribunal, en 1986, las autoridades diocesanas no han tenido conocimiento de ningún otro caso de abuso atribuido al sacerdote.

El 6 de mayo 2008 el sacerdote fue retirado de sus funciones como administrador de la parroquia en Garching, y desde octubre de 2008, fue integrado en la pastoral del Turismo. Se le impuso como condición que no tuviera ninguna relación con niños, jóvenes o monaguillos. Un informe legal preparado por petición del nuevo arzobispo Reinhard Marx ha confirmado que el sacerdote no debía haber sido reintegrado en la parroquia.

Según explica en un comunicado el antiguo vicario general Gerhard Gruber: «La reintegración de H. fue un grave error. Me asumo toda la responsabilidad. Lamento profundamente que esta decisión haya podido acarrear perjuicio a los jóvenes, y presento mis excusas a todos los que han sufrido un daño».

Por Gisèle Plantec y Jesús Colina

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ZENIT Staff

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