El Papa ora por la comprensión cristiana del diálogo interreligioso e inculturación del Evangelio

En sus intenciones del mes de junio

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 junio 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI rezará en junio especialmente «para que los pastores y los fieles cristianos consideren el diálogo interreligioso y la obra de inculturación del Evangelio como un servicio diario para contribuir a la causa de la evangelización de los Pueblos».

Así lo anuncia la intención misionera del Apostolado de la Oración que el Santo Padre asume como propia para ofrecer sus oraciones y sacrificios junto a miles de laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos del mundo entero.

Como cada mes, la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos anticipó el comentario a la intención misionera, en esta ocasión a cargo del padre Ignatius Ismartono S.J., quien está al frente del Servicio de Crisis y Reconciliación de la Conferencia Episcopal de Indonesia.

Se trata de una labor de particular importancia en un país de 245 millones de habitantes, en un 88% de credo musulmán. Y es que, entre otros, los conflictos interreligiosos han bañado en sangre ciertas regiones de su archipiélago.

La isla indonesa de Java se vio sacudida por un devastador terremoto –la peor catástrofe desde el «tsunami» de hace año y medio– el sábado pasado, a los cuatro días de la publicación del comentario del jesuita, quien en estos momentos, con el citado servicio de Crisis del episcopado católico indonesio, realiza una intensa labor de coordinación y ayuda para atender a las víctimas de la tragedia (Zenit, 31 mayo 2006).

Profundizando en el sentido de la intención misionera del Papa, el padre Ismartono reconoció que «el diálogo interreligioso y la inculturación son una cuestión de amor».

«Vivimos con personas que tienen una formación religiosa y una tradición diferente y estamos llamados a amarlas, quienes quiera que sean»; «dialogar es una de las muchas formas de amor», explica.

«En el diálogo encontramos a los otros con respeto; los respetamos porque Dios les ama también a ellos; encontramos a Dios en su rostro humano», describe.

Y como «el ser humano vive en una cultura específica», amarle «significa respetar su cultura, porque cultura significa todo esfuerzo de la comunidad por identificar el mejor modo de ser cada vez más humanos», aclara.

«No debemos tener miedo al diálogo –dice el padre Ismartono–, dado que todos los pueblos tienen hambre y sed de Dios».

Recuerda además que evangelizar al prójimo significa «llevarle la buena noticia», una labor que a veces «exige un largo proceso».

Por experiencia «conocemos a personas que quieren seguir a Jesús, no en primer lugar porque hayan escuchado un sermón apasionado, sino porque se han encontrado con uno de nosotros, discípulos de aquel Cristo que no predica solamente con las palabras, sino con las acciones, con las buenas obras de nuestra vida cotidiana», admite.

Por eso subraya la importancia de «modelar nuestra vida para que se convierta en una buena noticia».

«Las comunidades católicas viven y afrontan situaciones diferentes. En cada situación, la llamada a convertirnos en buena noticia es indispensable. (…) ¿Nos encontramos en situaciones llenas de conflictos violentos? No nos rindamos. Debemos dar el primer paso para salir al encuentro de las víctimas para ayudarlas», escribió días atrás el jesuita.

«¿Nos encontramos en una situación de tolerancia? En tal caso debemos desarrollar la comunicación con las personas que tienen otra formación religiosa y cultural, de manera que podamos crear un espacio común para compartir los valores nobles que se encuentran en nuestras respectivas religiones», añadió.

«Teniendo como base estos altos valores comunes y universales, podemos crear una plataforma común para colaborar con la bendición de nuestro Señor» y «unirnos a su obra para crear un mundo nuevo, un mundo de paz que sea más habitable para todas las criaturas», concluyó.

El Papa también reza todos los meses por una intención general, que para el mes de junio dice así: «Para que las familias cristianas acojan con amor a todo niño que venga a la existencia y rodeen de afecto a los enfermos y ancianos necesitados de cuidados y atenciones».

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ZENIT Staff

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