El Papa pedirá a Bush un cambio radical de política en Irak y Tierra Santa

Según revela el cardenal Pío Laghi, en vísperas de la visita del 4 de junio

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 13 mayo 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pedirá al presidente George W. Bush que deje de basar la política en Irak y en Tierra Santa en el recurso a la fuerza, al recibir el presidente estadounidense el 4 de junio en el Vaticano, según revela un cardenal.

«Estamos al borde de un precipicio y hay que detenerse. Nos lo dice el horror desencadenado por las torturas a los prisioneros iraquíes, la decapitación del rehén estadounidense, y el escarnio de los cuerpos de los soldados estadounidenses», afirma el cardenal Pío Laghi, prefecto emérito de la Congregación para la Educación Católica.

El 5 de marzo del año pasado el cardenal Laghi, nuncio apostólico en Estados Unidos de 1980 a 1990 (con él se establecieron las relaciones diplomáticas de ese país con la Santa Sede), visitó al presidente Bush en nombre de Juan Pablo II para pedirle que no emprendiera la «guerra preventiva».

«»Deteneos». Es el grito que lanza la Iglesia en nombre de la humanidad violada. También Estados Unidos tiene que detenerse y yo creo que tiene la fuerza. Tiene que restablecer el respeto por el ser humano y volver a la familia de las naciones, venciendo la tentación de actuar en solitario», explica el cardenal, de 81 años de edad.

«Si no se detiene, el torbellino del horror involucrará a otros pueblos y nos conducirá cada vez más al abismo», asegura en declaraciones a la edición del diario italiano «Il Corriere della Sera» de este jueves.

El cardenal Laghi considera que el Papa «seguramente repetirá» al presidente Bush «la advertencia que le transmití y que decidió no escuchar. Ahora se ve cómo era sabia».

«Le volverá a exponer el llamamiento más amplio que formuló en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004. En él hizo un llamamiento a realizar un nivel superior de orden internacional y advertía que la lucha contra el terrorismo no puede ser sólo «represiva», sino que debe comenzar con la «eliminación de las causas» de la injusticia».

En ese mensaje, sigue diciendo el purpurado italiano, «se afirma que el respeto por la vida siempre debe honrarse y que la lucha contra el terrorismo no justifica la renuncia a los principios del Estado de derecho, pues el fin nunca justifica los medios».

El cardenal Laghi confiesa que no se esperaba alas noticias sobre las torturas en Irak. «Temía que la guerra hiciera más violenta la plaga del terrorismo –como había dicho el Papa– y que habría masacres crueles. Pero la tortura de los prisioneros no la preveía».

«Yo amo a Estados Unidos –reconoce– y no me imaginaba que fuera posible esta locura. Estoy consternado. Tengo amigos estadounidenses que se echan las manos a la cabeza y yo con ellos».

Pío Laghi reconoce que la visita de Bush al Papa en estos momentos tan críticos es un buen signo. «Yo creo que no está instrumentalizada, es decir, en vista de las elecciones presidenciales. Si había un momento en el que era difícil para él pedir un encuentro al Papa es precisamente éste. Y, sin embargo, lo ha pedido. Creo que lo ha pedido dos veces y que ha cambiado su agenda para hacerlo posible».

«Debemos ver en el encuentro de Bush con el Papa, el del sucesor del presidente de los Estados Unidos que en 1944 ordenó la liberación de Roma. Aquel acontecimiento restableció en Roma el derecho de los pueblos. El sucesor del Papa de entonces pronunciará su gratitud al sucesor de presidente de entonces», explica.

«Al mismo tiempo, le podrá decir que las opciones actuales de Estados Unidos no están restableciendo en Oriente Medio el derecho de los pueblos», recalca.

Para restablecer el derecho en Oriente Medio, y en particular en Irak, requiere «una comprensión cultural de ese mundo que para nosotros es difícil y que creo que no han logrado nuestros amigos estadounidenses».

«Bombardear una mezquita, entrar en las ciudades santas, poner a las mujeres soldados en contacto con hombres desnudos, manifiesta una incomprensión del mundo musulmán que calificaría como sorprendente», afirma.

«Hay que echar puentes hacia el Islam, no excavar fosas. Y debería darse prioridad a la solución de la cuestión israelo-palestina, que es la primera fuente del terror», sugiere.

Por lo que se refiere a la solución del conflicto iraquí, el cardenal explica que «las fuerzas presentes en Irak no sólo no deben estar de hecho bajo las órdenes de Estados Unidos, sino que ni siquiera deben dar la impresión de que lo están».

«Debería darse una presencia multilateral, que no esté sometida a quien ha querido y organizado la guerra», concluye.

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ZENIT Staff

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