El Papa perfiló en la sinagoga el futuro de la relación judeocristiana

Colaboración basada en el respeto de la creación y el Decálogo, explica el portavoz vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, 24 de enero de 2010 (ZENIT.org).- La visita Benedicto XVI a la gran sinagoga di Roma, el 17 de enero, constituye la base para desarrollar las relaciones entre judíos y católicos, considera el portavoz vaticano.

De hecho, el padre Federico Lombardi S.I. asegura que ese «memorable» encuentro ha servido para presentar los fundamentos sobre los que pueden crecer esas relaciones: el respeto de la creación y los Diez Mandamientos.

En el editorial de la última edición de «Octava Dies», semanario del Centro Televisivo Vaticano, el director de la Oficina de Información de la Santa Sede constata que la presencia del obispo de Roma en ese templo ha servido para dar «un paso ulterior en el camino ‘irrevocable’ de diálogo, fraternidad y amistad entre judíos y la Iglesia emprendido por el Concilio Vaticano II».

En particular, explica, esto ha tenido lugar con los puntos afrontados por el Papa en su discurso «que hacen más referencia al futuro que al pasado».

El Santo Padre, recuerda el portavoz vaticano, explicó cómo «el mundo ha sido creado por Dios y encomendado al cuidado del hombre; las Diez Palabras –el Decálogo– son luz para distinguir el bien del mal, lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, en coherencia con el dictado de la recta conciencia de cada persona humana».

«Palabras antiquísimas, pero al mismo tiempo sumamente actuales», considera el padre Lombardi. «Un hombre creado por Dios es un hombre que tiene que ser responsable ante Dios de la creación; un hombre al que se le ayuda a reconocer la diferencia entre el bien y el mal puede encontrar el camino, incluso en la confusión, de un pluralismo que tiende a disipar todo punto de referencia».

«Los sabios del judaísmo lo saben muy bien y ciertamente se alegraron al escuchar una referencia tan clara a una base común solidísima», asegura el portavoz de la Santa Sede.

«Seguiremos hablando también del pasado y afrontando las dificultades por el camino de una comprensión recíproca cada vez mejor; pero lo que tenemos en común desde el origen es inmenso y estable como los cielos, y la tarea común a favor del servicio a la creación y a la familia humana nos debe encontrar, por este motivo, en concordia», concluye.

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ZENIT Staff

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