El Papa pide a Chile el reconocimiento legal del matrimonio «indisoluble»

El Parlamento está tramitando una ley sobre la materia

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CIUDAD DEL VATICANO, 15 octubre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II apoyó decididamente este martes la labor de los obispos chilenos comprometidos en que la nueva ley del divorcio reconozca el «carácter indisoluble» del matrimonio.

Los 32 obispos del país sudamericano presentes en Roma publicaron este domingo un documento en el que pedían que «en cualquier futura legislación sobre el matrimonio civil sea reconocido el carácter definitivo que tiene la unión matrimonial para los contrayentes, especialmente para quienes se unen por el vínculo sacramental».

En estos momentos, el Parlamento en Chile está discutiendo la posible introducción del divorcio.

«Conozco y valoro cuanto estáis haciendo en favor de la familia, que afronta tantas dificultades de diversa índole y está sometida a insidias que atentan a aspectos esenciales según el proyecto de Dios, como es el matrimonio con carácter indisoluble», dijo el Papa este martes al encontrarse con los prelados chilenos al concluir su quinquenal visita al obispo de Roma y a la Curia.

«Estos esfuerzos, que son un servicio precioso a vuestra patria, han de ir acompañados también por una pastoral familiar integral, que incluya una adecuada preparación de los cónyuges antes del matrimonio, les asista después, especialmente cuando se presenten las dificultades, y les oriente en la educación de los hijos», añadió el Papa.

«En este aspecto –explicó–, nada puede suplir una verdadera cultura de la vida, una experiencia profunda de fidelidad o un arraigado espíritu de entrega, sobre lo cual la Palabra de Dios y el Magisterio eclesial iluminan sobremanera la existencia humana».

«Evangelizar a las familias es presentar a los cónyuges el amor sin límites de Cristo por su Iglesia, que ellos han de reflejar en este mundo», aseguró el Santo Padre.

Y aclaró: «Se ha de inculcar también en sus miembros la vocación a la santidad a la que son llamados, sin temor a proponer ideales elevados que, si bien en ocasiones pueden parecer difíciles de alcanzar, son los que responden al plan divino de salvación».

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ZENIT Staff

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