El Papa pide a los angoleños que trabajen por la reconciliación y la justicia social

En su último discurso en el aeropuerto “4 de Fevereiro” de Luanda

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LUANDA, lunes 23 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- El Papa se despidió hoy de Angola en una breve ceremonia, en el aeropuerto internacional “4 de Fevereiro” de Luanda, en presencia del presidente de la República, José Eduardo dos Santos, de los obispos del país y de un grupo de jóvenes.

En su último discurso en tierras africanas, antes de embarcar rumbo a Roma, el Papa hizo un último llamamiento a los angoleños para que trabajen “por la reconciliación y la justicia” tras la guerra civil que ha asolado al país durante más de treinta años.

En un último llamamiento, y refiriéndose a la reconciliación, el Papa exhortó especialmente a las autoridades del país a construir la paz a través de la justicia social.

“La justa realización de las aspiraciones fundamentales de la población más necesitada debe ser la principal preocupación de los que ejercen cargos públicos, pues su intención – estoy seguro – es desempeñar la misión encomendada, no para sí mismos, sino con vistas al bien común”, afirmó.

El camino es, apuntó el Papa, el de la solidaridad, “entre las generaciones, solidaridad entre las Naciones y entre los continentes, que permita compartir cada vez más ecuánimemente los recursos de la tierra entre todos los hombres”.

“Nuestro corazón no puede quedarse en paz mientras haya hermanos que sufren por falta de comida, de trabajo, de una casa o de otros bienes fundamentales”, afirmó.

El Papa pidió a los angoleños y a todos los africanos que “hagan progresar la paz, haciendo gestos de perdón y trabajando por la reconciliación nacional, para que la violencia nunca prevalezca sobre el diálogo, el temor y el desaliento sobre la confianza y el rencor sobre el amor fraterno”.

En este sentido, destacó la labor de la Iglesia en Angola, “viva y, a pesar de las dificultades, llena de entusiasmo, que ha sabido llevar sobre los hombros su cruz, y la de los demás, dando testimonio ante todos de la fuerza salvadora del mensaje evangélico”.

“Ella sigue anunciando que ha llegado el tiempo de la esperanza, comprometiéndose a pacificar los ánimos e invitando al ejercicio de una caridad fraterna que sepa abrirse a la acogida de todos, respetando las ideas y sentimientos de cada uno”, añadió.

En su discurso, el Papa agradeció a todos las atenciones recibidas, y expresó su tristeza “por tener que dejaros, pero contento por haber conocido un pueblo valeroso y decidido a renacer”.

“No obstante las resistencias y los obstáculos, este pueblo quiere edificar su futuro caminando por la senda del perdón, la justicia y la solidaridad”, reconoció.

Por último, se refirió al próximo Sínodo especial para África, que tendrá lugar en octubre, asegurando su oración por “los innumerables refugiados y expatriados que vagan en espera de una vuelta a su propia casa”.

“El Dios del cielo les repite: Aunque la madre se olvide de ti, Yo nunca te olvidaré. Dios os ama como hijos e hijas; Él vela sobre vuestros días y vuestras noches, sobre vuestras fatigas y aspiraciones”, añadió.

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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