Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) del 2000 en Roma (Wiki commons)

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Francisco pide a los jóvenes “construir puentes y volar alto” como Madre Teresa

El Santo Padre firma el prefacio del libro “Amamos a quien no es amado” que recoge intervenciones inéditas pronunciadas por la futura Santa en el años 1973, en Milán, en un encuentro con jóvenes y religiosas

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(ZENIT – Roma) “Deseo que estas páginas hagan bien a vuestro corazón como han hecho bien al mio”. El papa Francisco termina con estas palabras la prefacio que ha escrito para el libro “Amamos a quien no es amado. Textos inéditos de Madre Teresa de Calcuta”, en las librerías desde el próximo 29 de julio. 
En el volumen, realizado bajo la supervisión de Mother Teresa Center, se publican dos discursos de la Madre Teresa hechos en octubre de 1973 en Milán, dirigiéndose a jóvenes y religiosas.  El libro presenta también el amplio y vivaz intercambio de preguntas y respuestas entre Madre Teresa –que será canonizada por el Santo Padre el próximo 4 de septiembre en la plaza de San Pedro– y el auditorio después de ambas conferencias.
Por tanto, páginas ricas de detalles, en los que los temas principales son los que vivió la beata: el amor por los pobres y la libertad de ponerse a su servicio, la práctica de las obras de misericordia, el primado de la oración, la elección de “amar a quien no es amado”.
En su prefacio –adelantada hoy por el diario italiano Corriere della Sera— el papa Francisco concreta en cinco palabras-clave los rasgos destacados de la personalidad y la acción de Madre Teresa: oración, caridad, misericordia laboriosa, familia y jóvenes.

La Madre Teresa de Calcuta (1910 – 1997) (Fto. Wiki commons)

La Madre Teresa de Calcuta (1910 – 1997) (Fto. Wiki commons)

Precisamente, el Santo Padre se dirige a los jóvenes exhortándoles a “no perder la esperanza” y “no dejarse robar el futuro, que está en sus manos”. Permanecer en el Señor y amar como Dios nos ama –anima Francisco–, y a ser constructores de puentes para romper la lógica de la división, del rechazo, del miedo los unos de los otros, ponerse al servicio de los pobres, afrontar con valentía la vida, que es don de Dios”. “¡Vuelen alto, como el águila símbolo del país de Madre Teresa!”, exclama, haciendo referencia al escudo de Albania.
Los jóvenes son además llamado a involucrar a sus coetáneos y a “alimentarse a menudo de la Palabra de Dios” abriendo los propios corazones “a Cristo, al Evangelio, al encuentro con Dios, al diálogo mutuo para ofrecer un testimonio al mundo entero”. Mundo en el que, afirmaba la beata albanesa, “la enfermedad más grave no es la lepra o la tuberculosis, sino la soledad… Esta es la causa de tantos desórdenes, divisiones y guerras que hoy nos afligen”.
El Papa cita otra expresión de Madre Teresa para reflexionar sobre la Iglesia: “No somos una ONG. Las ONG’s trabajan para un proyecto; nosotros trabajamos para Alguien”. Y el Papa añade: la Iglesia no es una ONG porque trabaja para Cristo y para los pobres en los que vive Cristo, y en ellos nos tiende la mano, invoca ayuda, pide nuestra mirada misericordiosa, nuestra ternura.
Hablando de la oración, el Santo Padre remarca la invitación de la futura santa “a extraer de la fuente del Amor, a Jesús crucificado y resucitado, presente en el sacramento de la Eucaristía, para después tener la fuerza de socorrerlo en los más pobres entre los pobres, con el corazón lleno de alegría”.
Madre Teresa –añade el Pontífice– empezaba su jornada participando en la santa misa y la cerraba con la adoración a Jesús Sacramento, Amor infinito. Así es posible transformar el trabajo en oración. No olvidemos nunca tener un pequeño evangelio en el bolsillo, leer una página y entrar también nosotros en la historia que leemos.  Y recuerda que Madre Teresa hizo de las obras de misericordia corporales y espirituales, “la guía de su vida, el camino hacia la santidad”, escribe el papa Francisco. Así, dice, “podría serlo también para nosotros”.
El Papa concluye reflexionando finalmente sobre la familia, donde aprendemos de mamá y papá a sonreírnos, a perdonarnos, recibirnos, sacrificarnos los unos por los otros, donar sin pretender nada a cambio, rezar y sufrir juntos, alegrarse y ayudarnos recíprocamente.
Por esto Madre Teresa, en una de las respuestas del libro, decía: “Tienen que ser cada vez más la alegría y el consuelo de Dios, transmitiendo la oración en vuestras familias. La familia necesita amor, comunión y arduo trabajo. Y esto será el don más grande que se puede ofrecer a la Iglesia”.

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ZENIT Staff

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