El Papa pide a los jóvenes que tomen en serio su anhelo de felicidad

Al finalizar la Misa en la explanada de la Vía Melnik

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STARÁ BOLESLAV, lunes 28 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pidió tomar en serio la aspiración a la felicidad que existe en los jóvenes y no dejar que sea utilizada por la sociedad de consumo.

Lo hizo este lunes en la explanada de la Vía Melnik, de la ciudad de Stará Boleslav, donde mantuvo un encuentro con la juventud después de la Misa de la fiesta de San Wenceslao, patrón de la nación checa.

“Queridos amigos, no es difícil constatar que en todo joven hay una aspiración a la felicidad, quizás mezclada con un sentimiento de inquietud; una aspiración que, sin embargo, a menudo la actual sociedad de consumo aprovecha de forma falsa y alienante”, les dijo.

Y añadió: “Es necesario en cambio valorar seriamente el anhelo de felicidad, que exige una respuesta verdadera y exhaustiva”.

Le escuchaban un gran número de jóvenes llegados de distintos puntos de la República Checa, y también de otros países cercanos como Eslovaquia, Alemania y Polonia.

Muchos de ellos habían peregrinado hasta la explanada de esta ciudad, lugar del martirio de San Wenceslao, y habían dormido cerca, en tiendas de campaña que habían plantado la tarde anterior.

En nombre de ellos, un joven transmitió al Santo Padre su voluntad de transformar la doctrina en acción y le regaló un libro de fotos con actividades de las diócesis y un donativo para los jóvenes africanos.

Benedicto XVI les agradeció sus palabras, sus regalos y su presencia, que, dijo, “me hace sentir el entusiasmo y la generosidad que son propios de la juventud”.

“¡Con vosotros el Papa se siente joven!, exclamó.

El Santo Padre les propuso el ejemplo de San Agustín, que “descubrió que sólo Jesucristo era la respuesta satisfactoria al deseo, suyo y de cada hombre, de una vida feliz, llena de significado y de valor”.

“A vuestra edad se realizan, de hecho, las primeras grandes elecciones, capaces de orientar la vida hacia el bien o hacia el mal”, indicó.

Y prosiguió: “Por desgracia, no son pocos vuestros coetáneos que se dejan atraer por espejismos ilusorios de paraísos artificiales para encontrarse después en una triste soledad”.

Al mismo tiempo, quiso destacar que “hay también sin embargo muchos chicos y chicas que quieren transformar, como ha dicho vuestro portavoz, la doctrina en acción para dar un sentido pleno a sus vidas”.

El Santo Padre aseguró a los jóvenes: “El Señor sale al encuentro de cada uno de vosotros; llama a la puerta de vuestra libertad y pide ser acogido como amigo”.

“Os quiere hacer felices, llenaros de humanidad y de dignidad –añadió-. La fe cristiana es esto: el encuentro con Cristo, Persona viva que da a la vida un nuevo horizonte y con ello  la dirección decisiva.

“Y cuando el corazón de un joven se abre a sus designios divinos, no le resulta muy difícil reconocerle y seguir su voz”, destacó.

También abordó la cuestión de la vocación, afirmando que Dios, “a muchos de vosotros os llama al matrimonio, y la preparación a este Sacramento constituye un verdadero camino vocacional”.

Y continuó: “Considerad por tanto seriamente la llamada divina a construir una familia cristiana y que vuestra juventud sea el tiempo de construir con sentido y responsabilidad vuestro futuro. ¡La sociedad necesita familias cristianas, familias santas!”

Seguidamente, afirmó: “Si después el Señor os llama a seguirle en el sacerdocio ministerial o en la vida consagrada, no dudéis en responder a su invitación”.

“En particular, en este Año Sacerdotal, os hago un llamamiento a vosotros, jóvenes: estad atentos y disponibles a la llamada de Jesús, a ofrecer la vida al servicio de Dios y de su pueblo”, pidió.

Tras subrayar que los jóvenes son la esperanza de la Iglesia, Benedicto XVI formuló cuatro peticiones a los jóvenes.

“El Papa os pide que viváis con alegría y entusiasmo vuestra fe; que crezcáis en unidad entre vosotros y con Cristo”, dijo.

Y también “que recéis y que seáis asiduos en la práctica de los sacramentos, en particular de la Eucaristía y de la Confesión; que cuidéis vuestra formación cristiana permaneciendo siempre dóciles a las enseñanzas”.

[Por Patricia Navas]

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ZENIT Staff

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