El Papa pide a los jóvenes ser los misioneros de un mundo sin ideales

Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud 2002

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CIUDAD DEL VATICANO, 31 julio 2001 (ZENIT.org).- En un contexto social secularizado, en el que muchos contemporáneos «piensan y viven como si Dios no existiera», Juan Pablo II invita a los jóvenes del mundo a ser misioneros manteniéndose fieles a sus grandes ideales.

Este es, en definitiva, el mensaje que deja el pontífice a los chicos y chicas de la «Generación del milenio», como son denominados por algunos sociólogos, y en especial a los cientos de miles de jóvenes que participarán en las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), que culminarán entre el 27 y el 28 de julio en Toronto (Canadá).

«¡No os contentéis con nada que esté por debajo de los ideales más altos!», dice Juan Pablo II a los jóvenes en el «Mensaje» que ha sido distribuido este martes por la Santa Sede en siete idiomas y del que se ofreció ya una primicia el sábado pasado en Toronto, en la ceremonia oficial de lanzamiento del último año de preparación de las JMJ 2002.

«No os dejéis desanimar por los que, decepcionados de la vida, se han hecho sordos a los deseos más profundos y más auténticos de su corazón –continúa diciendo–. Tenéis razón en no resignaros a las diversiones insulsas, a las modas pasajeras y a los proyectos insignificantes. Si mantenéis grandes deseos para el Señor, sabréis evitar la mediocridad y el conformismo, tan difusos en nuestra sociedad».<br>
La gran novedad del pontificado
Las Jornadas Mundiales de la Juventud, que comenzaron a celebrarse oficialmente en 1986, se han convertido en una de las grandes novedades de este pontificado. Este anciano, congregó en la última edición, Roma 2000, a más de dos millones de jóvenes. No fueron, sin embargo, las más numerosas. En Manila 1995, el obispo de Roma presidió el encuentro más grande de la historia, en el que participaron unos seis millones de personas.

Encuentro con Cristo
Karol Wojtyla asegura a los chicos y chicas que lean sus palabras que «el encuentro personal con Cristo ilumina la vida con una nueva luz, nos conduce por el buen camino y nos compromete a ser sus testigos».

«En el contexto actual de secularización –aclara–, en el que muchos de nuestros contemporáneos piensan y viven como si Dios no existiera, o son atraídos por formas de religiosidad irracionales, es necesario que precisamente vosotros, queridos jóvenes, reafirméis que la fe es una decisión personal que compromete toda la existencia».

Tres consejos
En definitiva, el pontífice de 81 años pide a los jóvenes que se conviertan en los misioneros de la sociedad actual. Y para ello les ofrece cuatro consejos decisivos.

Ante todo, les dice, «profundizad en el estudio de la Palabra de Dios y dejad que ella ilumine vuestra mente y vuestro corazón».

En segundo lugar, añade, «Tomad fuerza de la gracia sacramental de la Reconciliación y de la Eucaristía». Para el Papa el cristianismo no es un sistema ético, sino un encuentro personal con Cristo, que puede llegar a ser de «corazón con corazón», «en la adoración eucarística».

En tercer lugar, les pide «confortar a los que sufren y llevar la paz al mundo». Pues «muchas son las personas heridas por la vida, excluida del desarrollo económico, sin un techo, una familia o un trabajo; muchas se pierden tras falsas ilusiones o han abandonado toda esperanza».

«¡Que el Evangelio sea el gran criterio que guíe las decisiones y el rumbo de vuestra vida!», concluye sintetizando.

Hasta Toronto
«¡La cita es en Toronto!», anuncia el Papa deseoso de volverse a encontrar con la juventud del mundo. «Venid para contar al mundo vuestra alegría de haber encontrado a Cristo Jesús, vuestro deseo de conocerlo cada vez mejor, vuestro compromiso de anunciar el Evangelio de salvación hasta los extremos confines de la tierra».

Unos 300 mil jóvenes ya han anunciado su presencia en las próximas JMJ 2002. Los organizadores de la ciudad canadiense pensaban en un primer momento en unos 500 mil participantes, lo que supondría la reunión más numerosa de la historia del país. El entusiasmo que está suscitando la convocatoria, sin embargo, permite pensar a algunos en alcanzar el millón de presencias.

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ZENIT Staff

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