El Papa pide a los sacerdotes evitar en la confesión «rigorismo» y «laxismo»

Hace un llamamiento a redescubrir el perdón de Dios a través de sacramento

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO, 21 marzo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanza un llamamiento a los sacerdotes a redescubrir el sacramento de la Reconciliación y a evitar en la confesión tanto el «rigorismo» como el «laxismo» en la tradicional carta que les ha dirigido con motivo del Jueves Santo.

Al administrar este sacramento, que como constata tras años de crisis ha vuelto ha suscitar interés entre los jóvenes como lo demostró el Jubileo del año 2000, el Papa aconseja a los más de 405.000 sacerdotes del mundo «equilibrio pastoral».

En el ministerio de la confesión, subraya, el sacerdote «sufre continuamente la fuerza contrastante de dos excesos: el rigorismo y el laxismo».

El primero –explica– no tiene en cuenta «la misericordia previa, que impulsa a la conversión y valora también hasta los más pequeños progresos en el amor, porque el Padre quiere hacer lo imposible para salvar al hijo perdido».

El segundo exceso, el laxismo, añade, «no tiene en cuenta el hecho de que la salvación plena, la que no solamente se ofrece sino que se recibe, la que verdaderamente sana y reaviva, implica una verdadera conversión a las exigencias del amor de Dios».

«El rigorismo oprime y aleja –constata el obispo de Roma–. El laxismo desorienta y crea falsas ilusiones».

Por eso, según la misiva pontificia, «el ministro del perdón, que encarna para el penitente el rostro del Buen Pastor, debe expresar de igual manera la misericordia previa y el perdón sanador y pacificador».

«Basándose en estos principios –añade–, el sacerdote está llamado a discernir, en el diálogo con el penitente, si éste está preparado para la absolución sacramental».

«Si no consta lo contrario, el sacerdote ha de suponer que, al confesar los pecados, el penitente siente verdadero dolor por ellos, con el consiguiente propósito de enmendarse», explica.

Por este motivo, el Papa recomienda que la pastoral de la reconciliación sacramental prepare «subsidios oportunos, facilitando momentos de preparación al Sacramento que ayuden cada uno a madurar en sí una suficiente conciencia de lo que viene a pedir».

En caso de que el que se confiesa no sienta arrepentimiento y deseo de enmienda por sus pecados, el Santo Padre afirma que «el confesor tiene el deber de decir al penitente que todavía no está preparado para la absolución».

«Si ésta se diera a quien declara explícitamente que no quiere enmendarse –añade–, el rito se reduciría a pura quimera, sería incluso como un acto casi mágico, capaz quizás de suscitar una apariencia de paz, pero ciertamente no la paz profunda de la conciencia, garantizada por el abrazo de Dios».

Estas razones, asegura la carta del Papa, llevan a la Iglesia a establecer que la confesión requiere «el encuentro personal entre el confesor y el penitente» como «forma ordinaria de la reconciliación sacramental, mientras que la modalidad de la absolución colectiva tiene un carácter excepcional».

El pontífice invita, además, a los mismos sacerdotes a redescubrir «con alegría y confianza este Sacramento».

«Vivámoslo ante todo para nosotros mismos, como una exigencia profunda y una gracia siempre deseada, para dar renovado vigor e impulso a nuestro camino de santidad y a nuestro ministerio», les dice invitándoles a su vez a confesarse.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación