El Papa pide a Yugoslavia superar la marginación étnica

Propone una democracia abierta a la contribución de las minorías

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CIUDAD DEL VATICANO, 12 abril 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo un llamamiento a la nueva Yugoslavia a superar la marginación étnica y construir una democracia en la que las minorías puedan ofrecer su contribución.

El Santo Padre hizo estas declaraciones al recibir el pasado jueves al nuevo embajador de Belgrado ante la Santa Sede, Darko Tanaskovic, nacido en 1948 en Zagreb, eminente filólogo, miembro desde 2001 de la Comisión Yugoslava para la Verdad y la Reconciliación.

El pontífice recordó en su discurso los «daños materiales y morales» experimentados por la población durante la guerra de los Balcanes de los años noventa e insistió en «la necesidad de reconciliación en la misma Yugoslavia».

De forma, aclaró, que «todos puedan trabajar juntos, respetando las propias diferencias, para reconstruir la sociedad y el bien común».

«Vuestro propio país ha conocido mejor que muchos otros a través de su propia historia que la violencia engendra más violencia, y que solamente el diálogo puede romper esa espiral de muerte», afirmó.

Por ello, insistió en «la necesidad de dejar de lado la introversión étnica y nacionalista para edificar una nación cuyas instituciones democráticas, que apoyando la unidad garanticen que todos sus pueblos, especialmente las minorías, participen de forma activa e igualitaria en la vida económica y política de sus comunidades».

«En el pasado, las diferencias culturales han sido a menudo fuente de incomprensión entre los pueblos y causa de conflictos y guerras», agregó, pero «el diálogo entre culturas es un medio privilegiado para construir la civilización del amor».

Se basa explicó «en el reconocimiento de que hay valores que son comunes a todas las culturas, pues están arraigados en la naturaleza de la persona».

«La Iglesia católica, fiel a los principios espirituales y éticos de su misión universal, quiere promover no intereses nacionales o ideológicos de estrechas miras sino el desarrollo pleno de todos los pueblos, brindando particular atención y solidaridad a los más necesitados».

«Es importante para todos reconocer que en una situación como a la que tenéis que afrontar, la religión no es la raíz del problema, sino una parte esencial de la solución».

Por este motivo el Papa aplaudió «la reintroducción de la educación religiosa en las escuelas serbias, que ofrece una oportunidad especial para enseñar a los jóvenes esos valores universales que están arraigados en la naturaleza de la persona y, en último término, en Dios».

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ZENIT Staff

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