El Papa pide clemencia para Barnabei, mañana debería ser ejecutado

Sin entrar en el caso judicial, exhorta a abolir la pena capital

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CIUDAD DEL VATICANO, 13 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanzó esta mañana un conmovido llamamiento a favor de Derek Rocco Barnabei, de 33 años, cuya ejecución debería tener lugar mañana, jueves, en el Estado de Virginia.

El caso de este estadounidense de origen italiano le dio la oportunidad al pontífice, al final de la audiencia general de este miércoles en la que se encontró con unos 35 mil peregrinos de todos los continentes, para pronunciarse más en general contra la pena de muerte.

El Santo Padre no quiso meterse en las cuestiones judiciales del caso. «En el espíritu de clemencia que es propio del año jubilar –explicó–, sumo una vez más mi voz a la de todos aquellos que piden que no se quite la vida al joven Derek Rocco Barnabei. Deseo, además, en general, que se llegue a renunciar al recurso a la pena capital, pues el Estado dispone hoy día de otros medios para reprimir eficazmente el crimen, sin quitar definitivamente al condenado la posibilidad de redimirse».

Juan Pablo II ya había pedido clemencia para Barnabei en otras dos ocasiones. El 2 de diciembre del año pasado y el 25 de julio de este año, encomendó al nuncio apostólico en Estados Unidos que presentara su petición al gobernador de Virginia, James Gilmore. El Papa nunca mencionó la culpabilidad o inocencia del muchacho: su solicitud, siempre se ha debido a los motivos de fondo que han llevado a la Iglesia a condenar el recurso al verdugo.

Barnabei fue condenado a la pena capital en 1994 por la violación y el asesinato, en 1993, de su novia, Sarah Wisnosky, una estudiante de 17 años, en Norfolk (Virginia). Gilmore anunció ayer su oposición a aplazar la muerte de Barnabei por inyección letal a las 21:00 hora de Virginia del jueves, en el Centro Correccional de Greensville, en Jarratt, en el sureste de Virginia. El gobernador confirmó su decisión después de recibir nuevas pruebas de ADN analizadas en las uñas de Sarah que inculpan al acusado.

El obispo de Richmond (Virginia), aunque reconoce que en este caso se han verificado errores graves en las investigaciones, insiste en que la Iglesia se opone a la pena de muerte en virtud del carácter sagrado de la vida humana, y no sólo a causa de la presunta inocencia del condenado.

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ZENIT Staff

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