El Papa pide más investigación en medio ambiente

Energía solar y mejor gestión de los recursos naturales, factores clave

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 15 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- La crisis ecológica puede ser una “oportunidad histórica” para la humanidad, para revisar modelos económicos basados en el “mero consumo”, y para promover un auténtico “desarrollo integral”.

Así lo propone el Papa Benedicto XVI en su mensaje para la próxima Jornada Mundial por al Paz (1 de enero de 2010), que ha sido hecho público hoy por la Santa Sede, con el título “Si quieres la paz, protege la creación”.

En él, el Pontífice advierte que para promover la paz entre los pueblos es necesario revisar varias cuestiones ligadas al medio ambiente, y especialmente el acceso a los recursos naturales y la explotación energética.

“Es indudable que uno de los principales problemas que ha de afrontar la comunidad internacional es el de los recursos energéticos, buscando estrategias compartidas y sostenibles para satisfacer las necesidades de energía de esta generación y de las futuras”.

Por eso, el Papa considera necesario “que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso”.

“La crisis ecológica, pues, brinda una oportunidad histórica para elaborar una respuesta colectiva orientada a cambiar el modelo de desarrollo global siguiendo una dirección más respetuosa con la creación y de un desarrollo humano integral, inspirado en los valores propios de la caridad en la verdad”, asegura.

Es necesario adoptar “un modelo de desarrollo basado en el papel central del ser humano, en la promoción y participación en el bien común, en la responsabilidad, en la toma de conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida y en la prudencia, virtud que indica lo que se ha de hacer hoy, en previsión de lo que puede ocurrir mañana”, añade.

Energía “limpia”

Para esto, afirma el Papa, “se ha de promover la búsqueda y las aplicaciones de energías con menor impacto ambiental, así como la redistribución planetaria de los recursos energéticos, de manera que también los países que no los tienen puedan acceder a ellos”.

Benedicto XVI apunta como opción de futuro “la investigación orientada a determinar el modo más eficaz para aprovechar la gran potencialidad de la energía solar”.

“También merece atención la cuestión, que se ha hecho planetaria, del agua y el sistema hidrogeológico global, cuyo ciclo tiene una importancia de primer orden para la vida en la tierra, y cuya estabilidad puede verse amenazada gravemente por los cambios climáticos”.

Otro de los sectores sobre los que el Papa llama la atención es el medio rural, con “estrategias apropiadas de desarrollo rural centradas en los pequeños agricultores y sus familias”, así como “políticas idóneas para la gestión de los bosques, para el tratamiento de los desperdicios y para la valorización de las sinergias que se dan entre los intentos de contrarrestar los cambios climáticos y la lucha contra la pobreza”.

“Hacen falta políticas nacionales ambiciosas, completadas por un necesario compromiso internacional que aporte beneficios importantes, sobre todo a medio y largo plazo”.

Más investigación

El Papa afirma que actualmente “son muchas las oportunidades científicas y las potenciales vías innovadoras, gracias a las cuales se pueden obtener soluciones satisfactorias y armoniosas para la relación entre el hombre y el medio ambiente”.

“Para llevar a la humanidad hacia una gestión del medio ambiente y los recursos del planeta que sea sostenible en su conjunto, el hombre está llamado a emplear su inteligencia en el campo de la investigación científica y tecnológica y en la aplicación de los descubrimientos que se derivan de ella”.

“Esto podría lograrse más fácilmente si no hubiera tantos cálculos interesados en la asistencia y la transferencia de conocimientos y tecnologías más limpias”.

La técnica, recuerda el Papa, “ nunca es sólo técnica. Manifiesta quién es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales”.

La “solidaridad científica” es una “actitud esencial” para “orientar el compromiso de tutelar la creación, mediante un sistema de gestión de los recursos de la tierra mejor coordinado en el ámbito internacional, sobre todo en un momento en el que va apareciendo cada vez de manera más clara la estrecha interrelación que hay entre la lucha contra el deterioro ambiental y la promoción del desarrollo humano integral”.

En definitiva, afirma, “es necesario superar la lógica del mero consumo para promover formas de producción agrícola e industrial que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos”.

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ZENIT Staff

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