El Papa pide oración para que la solidaridad oriente la relación entre las naciones

Intenciones de oración para el mes de febrero

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 febrero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pide oración para que la solidaridad esté presente y se acreciente en las relaciones entre naciones, especialmente respecto a las más desfavorecidas.

Así se desprende de la carta pontificia con las intenciones que el Santo Padre ha confiado al «Apostolado de la oración» para este año.

En este mes de febrero, la intención general dice: «Para que los bienes de la tierra, dados por Dios a toda la humanidad, sean usados con sabiduría y según los criterios de justicia y solidaridad».

Igualmente el Papa pide oración por una intención misionera, que se enuncia de la siguiente forma: «Para que la lucha contra las enfermedades y las grandes epidemias en el Tercer Mundo encuentre en el espíritu de solidaridad de los gobiernos de todas las naciones una colaboración siempre más generosa».

El «Apostolado de la oración» (AdP, http://www.adp.it/intenzioni/intenz-s.php) es una iniciativa que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes.

Gracias a ella, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos de todo el mundo ofrecen sus oraciones y sacrificios por las intenciones que el Papa indica cada mes a nivel universal.

Para profundizar en la intención general de febrero, el AdP propone releer el discurso -del 24 de noviembre de 2005- de Benedicto XVI a los participantes en la XXXIII Conferencia de la FAO [Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura].

Sus palabras evidenciaron entonces la «paradoja preocupante» que vive la humanidad de hoy. «Junto a avances siempre nuevos y positivos en las áreas de la economía, la ciencia y la tecnología, se asiste a un aumento continuo de la pobreza», lamentó el Santo Padre.

Subrayando la necesidad de «basar las relaciones internacionales en el respeto a la persona y en los principios fundamentales de coexistencia pacífica, fidelidad a los compromisos asumidos y aceptación mutua por parte de los pueblos que constituyen la familia humana», Benedicto XVI alertaba de la realidad de «millones de personas» «condenadas al hambre» «en zonas donde tienen lugar conflictos violentos» «que la opinión pública tiende a olvidar porque los considera internos, étnicos o tribales».

«Pero en esos conflictos -recordó- se han eliminado sistemáticamente vidas humanas, mientras que la población ha sido desarraigada de sus tierras y a veces forzada, para huir de una muerte segura, a abandonar sus alojamientos precarios en los campos de refugiados».

Y en cuanto al comercio internacional, particularmente respecto a los productos agrícolas, señaló: «La Santa Sede confía en que prevalezca un sentido de responsabilidad y solidaridad con los menos favorecidos, para que se dejen a un lado los intereses locales y la lógica del poder».

«No se debe olvidar que la vulnerabilidad de las áreas rurales tiene repercusiones significativas en la subsistencia de los pequeños agricultores y sus familias, si se les niega el acceso al mercado -apuntó a la Conferencia de la FAO-. Actuar con coherencia implica, por tanto, reconocer el papel esencial de la familia rural, guardiana de los valores y agente natural de solidaridad en las relaciones entre las generaciones».

La perspectiva de la solidaridad mundial también se plantea, en la intención misionera de oración, en la lucha contra las enfermedades y las grandes epidemias del Tercer Mundo.

Particularmente «un flagelo del tiempo presente que una información sectorial y somnolienta prefiere conservar en el olvido», «el Sida», es del que alerta monseñor Lorenzo Piva en su comentario de esta intención, difundido por la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.

«A la globalización de la enfermedad no le corresponde todavía la globalización de las oportunidades en su terapia», advierte el oficial del dicasterio misionero.

«Hoy en el mundo -recalca- un niño muere cada minuto por las consecuencias de la enfermedad; cada día 6.000 jóvenes entre 15 y 17 años contraen el VIH; cada año 650.000 niños reciben el virus VIH de sus propias madres; más de 2 millones de niños y 12 millones de jóvenes son seropositivos, 15 millones de niños ya se han quedado huérfanos a causa del Sida, más de la mitad de los nuevos casos de sero-positividad afecta a jóvenes menores de 25 años».

En su opinión «los niños todavía son el rostro invisible del Sida» y «el riesgo para Occidente es el de sufrir en los siglos venideros la acusación de genocidio, como ha referido el P. Angel D’Agostino, médico estadounidense, misionero en Kenia».

Este sacerdote ha rechazado «fuertemente los precios imposibles de los fármacos, el monopolio de las patentes frente a los africanos que mueren a millones. “¿Qué decir de la tragedia del Sida con consecuencias desoladoras en África?”, se preguntaba Juan Pablo II» en 1997, prosigue monseñor Piva.

Ante este drama, «la conciencia es el primer peldaño de la escala que introduce a la oración insistente y fervorosa a Dios Padre, que vela con amor y ternura sobre la suerte de sus hijos», concluye.

Las intenciones de oración para todo el año están disponibles en el enlace http://www.fides.org/aree/news/newsdet.php?idnews=7093&lan=spa.

Igualmente se han hecho públicas las intenciones que Benedicto XVI ha confiado al Apostolado de la oración para el año 2008; se pueden leer en http://www.fides.org/aree/news/newsdet.php?idnews=9872&lan=spa.

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ZENIT Staff

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