ROMA, lunes, 2 abril 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pide oración para que, dejándose iluminar y guiar por el Espíritu Santo, todos los cristianos respondan con entusiasmo y fidelidad a la llamada universal a la santidad.
Así se desprende de la intención general para el mes de abril contenida en la carta pontificia, junto a todas las demás intenciones que el Santo Padre ha confiado al «Apostolado de la oración» para este año.
El «Apostolado de la oración» (AdP, http://www.adp.it/intenzioni/intenz-s.php) es una iniciativa que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes.
Gracias a ella, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos de todo el mundo ofrecen sus oraciones y sacrificios por las intenciones que el Papa indica cada mes a nivel universal.
Sobre la llamada universal a la santidad Benedicto XVI habló a un millón de jóvenes en la ciudad alemana de Colonia.
La XX Jornada Mundial de la Juventud, en agosto de 2005, fue ocasión para que el Papa, al reflexionar sobre los Reyes Magos de Oriente, les indicara que estos son «sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indica el camino».
«Es la muchedumbre de los santos -conocidos o desconocidos- mediante los cuales el Señor nos ha abierto a lo largo de la historia el Evangelio, hojeando sus páginas; y lo está haciendo todavía», constató.
Y recordó que en las vidas de los santos «se revela la riqueza del Evangelio como en un gran libro ilustrado» y los definió como «la estela luminosa que Dios ha dejado en el transcurso de la historia, y sigue dejando aún».
«Mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II, que está aquí con nosotros en este momento –dijo Benedicto XVI a los jóvenes a los pocos meses del fallecimiento del Papa Karol Wojtyla, del que este lunes se cumplen dos años–, beatificó y canonizó a un gran número de personas, tanto de tiempos recientes como lejanos».
«Con estos ejemplos quiso demostrarnos cómo se consigue ser cristianos -recordó-; cómo se logra llevar una vida del modo justo, cómo se vive a la manera de Dios»; y es que «los beatos y los santos han sido personas que no han buscado obstinadamente su propia felicidad, sino que han querido simplemente entregarse, porque han sido alcanzados por la luz de Cristo».
«De este modo, nos indican la vía para ser felices y nos muestran cómo se consigue ser personas verdaderamente humanas», recalcó.
Por su parte, este mes, en el que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, la intención misionera de oración enuncia: «Para que crezca el número de las vocaciones sacerdotales y religiosas en Norteamérica y en los países del Océano Pacífico, para responder adecuadamente a las exigencias pastorales y misioneras de esos pueblos».
