El Papa pide una atención especial a los menores inmigrantes

Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 27 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Es necesario reconocer los derechos de los niños igual que se reconocen los de los adultos, y más cuando se encuentran en situaciones de precariedad a causa de la inmigración.

Así lo afirma el Papa Benedicto XVI en su mensaje de este año para la Jornada Mundial del Migrante, que ha sido dada a conocer hoy públicamente en rueda de prensa en la Santa Sede.

Según el Papa, el tema de este año, «Los emigrantes y los refugiados menores de edad», toca “un aspecto al que los cristianos prestan gran atención”, que es el de la protección de los derechos del niño.

“ El propio Jesús de pequeño vivió la experiencia del emigrante porque, como narra el Evangelio, para huir de la amenaza de Herodes tuvo que refugiarse en Egipto junto con José y María”, recuerda.

El reconocimiento de los derechos del niño, “lamentablemente”, afirma Benedicto XVI, “en la realidad esto no siempre sucede”.

“Aunque en la opinión pública crece la conciencia de la necesidad de una acción concreta e incisiva para la protección de los menores de edad, de hecho, muchos de ellos son abandonados y, de varias maneras, corren el riesgo de ser explotados”.

Al respecto, recordó unas palabras del propio Juan Pablo II, en un mensaje enviado el 22 de septiembre de 1990 al Secretario General de las Naciones Unidas con ocasión de la Cumbre Mundial para los Niños.

«He sido testigo -escribía el anterior pontífice- de la desgarradora tragedia de millones de niños en los distintos continentes. Ellos son los más vulnerables porque son los que menos pueden hacer oír su voz»

Benedicto XVI pide “que se dedique la debida atención a los emigrantes menores de edad, que necesitan un ambiente social que permita y favorezca su desarrollo físico, cultural, espiritual y moral”.

“Vivir en un país extranjero sin puntos de referencia reales les genera innumerables trastornos y dificultades, a veces graves, especialmente a los que se ven privados del apoyo de su familia”.

“Un aspecto típico de la emigración infantil es la situación de los chicos nacidos en los países de acogida o la de los hijos que no viven con sus padres, que emigraron después de su nacimiento, sino que se reúnen con ellos más tarde”, afirma.

Estos adolescentes “forman parte de dos culturas, con las ventajas y las problemáticas ligadas a su doble pertenencia”, lo cual sin embargo puede ser “una oportunidad” para el diálogo intercultural.

“Es importante que se les dé la posibilidad de acudir con regularidad a la escuela y de acceder posteriormente al mundo del trabajo, y que se facilite su integración social gracias a estructuras formativas y sociales oportunas”, pide el Papa.

Para concluir, Benedicto XVI se dirige a las estructuras y asociaciones católicas que trabajan con los inmigrantes, a quienes pide que actúen “animadas por espíritu de fe y de caridad”.

“Cada intervención concreta nuestra tiene que alimentarse ante todo de fe en la acción de la gracia y de la divina Providencia. De este modo, también la acogida y la solidaridad con el extranjero, especialmente si se trata de niños, se convierte en anuncio del Evangelio de la solidaridad”.

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ZENIT Staff

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