CIUDAD DEL VATICANO, 28 abril 2002 (ZENIT.org).- La voz de Juan Pablo II volvió a alzarse este domingo para arrancar las oraciones de los fieles, particularmente en el mes de mayo dedicado a María, por la paz en el mundo, y en especial en la ensangrentada Tierra Santa.
«Ante la situación internacional, en la que emergen tantas necesidades y problemas y, en particular, ante el drama sin fin de Tierra Santa, tenemos que recurrir con confianza a la materna intercesión dela Virgen», afirmó el pontífice.
Al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano para rezar con él la oración mariana del «Regina Caeli», insistió: «Tenemos que estar seguros de que Ella puede apoyar los esfuerzos de quien busca con sinceridad y compromiso la paz».
Hablando desde la ventana de su biblioteca, añadió: «Nadie mejor que ella, Reina del Cielo, vela constantemente por este fatigoso camino de la humanidad».
«Que durante el mes de mayo se eleve desde todas las partes del mundo una interrumpida y conjunta oración al Cielo para que finalmente se afirmen iniciativas de distensión y de diálogo en la Tierra de Cristo y en cualquier otro lugar del planeta, marcado por la violencia y el dolor», exhortó.
Juan Pablo II está utilizando desde hace varias semanas sus encuentros públicos de los domingos con los peregrinos para pedir oraciones y un mayor compromiso a favor del fin de la violencia en Oriente Medio.
En días pasados, sus llamamientos se hicieron particularmente insistentes a favor de los franciscanos y franciscanas asediados por el ejército israelí en la Basílica de la Natividad de Belén desde el 2 de abril, cuando más de 200 palestinos, muchos de ellos armados, irrumpieron en el templo.
El Santo Padre invitó en mayo a rezar «si es posible cada día, el santo Rosario, ya sea individualmente ya sea en comunidad. El Rosario es una oración sencilla, pero profunda, y sumamente eficaz para implorar gracias a favor de las familias, las comunidades y el mundo entero».
