El Papa quiere crear espacios de diálogo con agnósticos y ateos

Al constatar su número y las preguntas que les interpelan

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CIUDA DEL VATICANO, lunes, 21 diciembre 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha asegurado que la Iglesia necesita crear espacios de diálogo y encuentro con los agnósticos y ateos, que en algunas sociedades representan a un número significativo de personas.

Lo propuso este lunes en la audiencia que concedió a sus colaboradores de la Curia Romana en vísperas de la Navidad, en un discurso en el que analizó sus tres viajes internacionales de este año a África, Tierra Santa y la República Checa.

Refiriéndose a este último país, que cuenta con un porcentaje particularmente elevado de ateos y agnósticos, el obispo de Roma consideró importante el que los creyentes lleven en su corazón a estas personas.

«Cuando hablamos de una nueva evangelización, quizá estas personas se asustan. No quieren verse convertidas en objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue interpelándoles, aunque no puedan creer en el carácter concreto de su atención por nosotros».

«La búsqueda de Dios», dijo, es el «motivo fundamental del que nació el monaquismo occidental y, con él, la cultura occidental».

«Como primer paso de la evangelización, tenemos que tratar de mantener viva esta búsqueda; tenemos que preocuparnos de que el hombre no arrincone la cuestión de Dios, cuestión esencial de su existencia».

«Tenemos que preocuparnos de que acepte acepte la cuestión y la nostalgia que en ella se esconde».

Recurriendo a una original imagen el Papa recordó el patio de los gentiles, que se encontraba en el Templo de Jerusalén, donde éstos podían rezar «rezar al Dios desconocido» para ellos y «de este modo estar en relación con el Dios verdadero, aunque fuera en medio de oscuridades».

«Pienso que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de ‘patio de los gentiles’, donde los hombres puedan de algún modo engancharse con Dios, sin conocerle, antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio se encuentra la vida interior de la Iglesia».

«Al diálogo con las religiones hay que añadir hoy sobre todo el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, sin embargo, no querrían quedarse simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido», concluyó.

 

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ZENIT Staff

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