El Papa reconoce en el Icono de Kazan un símbolo de unidad de los cristianos

En su mensaje con ocasión de la entrega de la imagen al Patriarca ortodoxo de Moscú

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 29 agosto 2004 (ZENIT.org).- Constatando que el Icono de la Madre de Dios de Kazan ha congregado a lo largo del tiempo a fieles ortodoxos y católicos en oración, Juan Pablo II reconoció que la venerada imagen aparece hoy «como un símbolo de unidad» de los cristianos en un mensaje al patriarca ortodoxo de Moscú difundido el sábado por la Santa Sede.

El cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, fue portador del mensaje del Papa con ocasión de la entrega del Icono de Kazan al patriarca Alejo II.

Éste recibió de manos del purpurado –al frente de una delegación vaticana–, por encargo expreso de Juan Pablo II, el Icono en la catedral de la Dormición en el Kremlin en la mañana del sábado pasado.

La imagen fue sacada en los años veinte de Rusia. Durante su «peregrinación», la Madre de Dios en su Icono «ha reunido en torno a Ella a los fieles ortodoxos y a sus hermanos católicos de otras partes del mundo, quienes fervientemente han orado por la Iglesia y el pueblo que Ella ha protegido a lo largo de los siglos», constata el Papa en su misiva al patriarca Alejo II.

Igualmente el Santo Padre atribuye a la Divina Providencia el hecho de que «el pueblo y la Iglesia en Rusia recuperara su libertad y que el muro que separaba Europa del Este de Europa occidental cayera».

Y aunque «tristemente persiste aún entre cristianos» la división, «este sagrado incono aparece como un símbolo de la unidad de los seguidores del unigénito Hijo de Dios, el Único al que Ella misma nos conduce», reconoce Juan Pablo II.

Ésta es la intención por la que el Papa ha orado ante el Icono, que custodió en su apartamento privado en el Vaticano en la última década.

Así, la Madre de Dios de Kazan fue destinataria de la súplica de Juan Pablo II –reconoce él mismo a Alejo II– «pidiendo que llegue el día en que todos nosotros estemos unidos y seamos capaces de proclamar al mundo, con una sola voz y en visible comunión, la salvación de nuestro único Señor y su triunfo sobre el mal y las fuerzas impías que buscan dañar nuestra fe y nuestro testimonio de unidad».

Unido en oración a la Iglesia ortodoxa rusa y a todo el pueblo del país en la entrega del Icono, el Papa suplica «que esta venerable imagen nos conduzca en el camino del Evangelio tras las huellas de Cristo, protegiendo al pueblo al que ahora Ella regresa y a toda la humanidad»

«Que la Santa Madre de Dios vuelva su mirada materna hacia los hombres y las mujeres de nuestro tiempo», prosigue.

En su oración, Juan Pablo II concluye pidiendo a la Virgen que «ayude a los creyentes a no apartarse del camino que Dios ha puesto ante ellos: la proclamación de Jesucristo, “el Camino, la Verdad y la Vida”, y un valiente testimonio de su fe ante la sociedad y ante todas las naciones».

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ZENIT Staff

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