El Papa reflexiona sobre la figura bíblica del Buen Pastor

Una imagen amada tanto por judíos como por cristianos

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 5 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- “El Señor es mi Pastor, nada me falta”: con estas palabras quiso introducir hoy el Papa Benedicto XVI, durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro, la siguiente catequesis dentro del ciclo sobre la oración.

Este salmo 23, sobre el que el Papa centró su reflexión, está “impregnado de confianza en su totalidad, en el que el Salmista expresa su serena certeza de que es guiado y protegido, puesto a salvo de todo peligro, porque el Señor es su pastor”.

Este salmo es, afirmó el Papa, “un texto familiar para todos y amado por todos”, que con su riqueza y profundidad, ha acompañado “toda la historia y la experiencia religiosa del pueblo de Israel y acompaña a los cristianos”.

“Pero es en el Señor Jesús que toda la fuerza evocadora de nuestro Salmo llega a su plenitud, encuentra el culmen de su significado: Jesús es el “Buen Pastor” que va a buscar a la oveja perdida, que conoce a sus ovejas y que da la vida por ellas”, añadió.

En el salmo, explicó el Papa, “se evoca el ambiente nómada del pastoreo y la experiencia de conocimiento recíproco que se establece entre el pastor y las ovejas que componen su pequeño rebaño”.

“Él las cuida, las custodia como bienes preciosos, está preparado para defenderlas, para garantizar su bienestar, para hacerlas vivir en tranquilidad. Nada puede faltarles si el pastor está con ellas”.

El salmo va evocando imágenes de “verdes praderas” y “aguas tranquilas”, muy significativas en una tierra, la de Israel, “una tierra en gran parte desértica, tostada por el sol abrasador, donde el pastor semi-nómada de Oriente Medio vive con su rebaño en las estepas áridas que se extienden alrededor de los pueblos”.

“También nosotros, como el Salmista, si caminamos detrás del “Pastor Bueno”, aunque puedan parecer difíciles, tortuosos o largos los senderos de la vida, incluso a menudo en zonas desérticas espiritualmente, sin agua y con un sol de racionalismo abrasador, bajo la guía del Señor debemos estar seguros de que estos son los ‘justos’ para nosotros y que el Señor nos guía, está siempre cerca de nosotros y que no nos faltará nada”.

Otra imagen del salmo es la de las “cañadas oscuras”, en las que el rebaño “no teme ningún mal” porque se sabe acompañado por el Pastor.

“Quien va con el Señor en los valles oscuros del sufrimiento, de las dudas y de todos los problemas humanos, se siente seguro – dijo Benedicto XVI –. Tú estás conmigo: esta es nuestra certeza, la que nos sostiene”.

Ese “tú estás conmigo”, afirmó, “es una declaración de confianza inquebrantable, que resume una experiencia de fe radical; la cercanía de Dios transforma la realidad, el valle oscuro pierde toda su peligrosidad, se vacía de toda amenaza”.

La tercera imagen que presenta el salmo, explicó el Papa, es la del pastor que acoge al rebaño en su tienda: “el Señor se presenta como el que acoge al orante, con los signos de una hospitalidad generosa y llena de atenciones”.

El salmista, afirmó el Papa, “somos nosotros cuando somos realmente creyentes en comunión con Cristo.Cuando Dios abre su tienda para acogernos, nada nos puede hacer daño”.

“La bondad y la fidelidad de Dios son la escolta que acompaña al Salmista que sale de la tienda y se pone en camino de nuevo. Además es un camino que adquiere un nuevo sentido, se convierte en peregrinación hacia el Templo del Señor”.

El salmo, concluyó el Papa, invita a los fieles a “renovar la confianza en Dios, abandonándonos totalmente en sus manos”.

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ZENIT Staff

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