El Papa reunirá espiritualmente en la gruta de Lourdes a la Iglesia universal

El obispo Boccardo revela detalles sobre la próxima peregrinación pontificia

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 19 julio 2004 (ZENIT.org).- El viaje de Juan Pablo II al santuario mariano de Lourdes reunirá en peregrinación a la Iglesia universal para celebrar los 150 años de la promulgación del dogma de la Inmaculada Concepción, explica el organizador de los viajes pontificios.

El obispo Renato Boccardo, quien es también secretario del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, subraya en esta entrevista concedida a Zenit que la visita del Papa a la gruta de Massabielle tiene, por tanto, un carácter mucho más importante que el de una simple peregrinación personal.

La Santa Sede ha publicado este lunes el programa de este viaje internacional número 104 de Juan Pablo II, que se celebrará entre el 14 y el 15 de agosto. El obispo revela asimismo algunos detalles del mismo.

–¿Por qué va Juan Pablo II a Lourdes?

–Monseñor Boccardo: Responde a la invitación de los obispos franceses de celebrar el 150 aniversario del dogma de la Inmaculada Concepción en el santuario. En este año se recuerda la proclamación del Papa Pío IX y es curioso que, cuatro años después, la Virgen confirmara lo que el Papa y la Iglesia habían dicho al aparecerse en Lourdes. En este contexto, el Papa va a Lourdes como peregrino para admirar el proyecto de Dios realizado en una persona, María.

–¿Cuáles serán las características propias de este viaje?

–Monseñor Boccardo: Tiene el carácter de una peregrinación. El Papa quiere venerar a la Virgen y realizar los gestos propios de los peregrinos, relanzando el mensaje que dejó la Virgen en Lourdes: penitencia, conversión y oración.

Por eso, beberá el agua (recuerdo del Bautismo) del manantial de la gruta de las apariciones de Massabielle, que le ofrecerá el rector del santuario.

En la tarde del sábado, presidirá la oración del Rosario y la procesión desde la gruta hasta el atrio de la Basílica de Lourdes. Más tarde, en la noche, tendrá lugar una procesión con las antorchas, típica de Lourdes, que el Papa seguirá desde la terraza de su residencia, el Accueil Notre-Dame.

El domingo por la mañana presidirá la eucaristía multitudinaria en la pradera del Santuario.

El viaje, se caracterizará también por los momentos de oración que el Papa pasará en silencio, en la gruta, como hacen todos los peregrinos.

Son los gestos tradicionales de la peregrinación, que el Papa realizará uniéndose a toda una muchedumbre interminable de peregrinos a través de la historia. Al ver el programa y las intenciones del Papa, vienen espontánemente a la mente las palabras de María en el Evangelio de Lucas: «todas las generaciones me llamarán bienaventurada».

–Nos encontramos, por tanto, ante un acontecimiento para la Iglesia universal, y no sólo ante una peregrinación personal de este Papa.

–Monseñor Boccardo: Con cierta sorpresa, he leído últimamente que el Papa viene como «enfermo entre los enfermos». Me parece una interpretación reductiva de este acontecimiento importante.

Quien viene como peregrino a Lourdes es Juan Pablo II, pastor de la Iglesia universal. No se trata de un enfermo más. Al venir a Lourdes, el obispo de Roma trae consigo, en cierto sentido, a todas las Iglesias que ha visitado por todo el mundo. Por tanto, en la gruta de Massabielle toda la Iglesia se reunirá en oración en torno al Papa.

El Papa se alojará en la casa de acogida de enfermos de Lourdes, el Accueil Notre-Dame, pues es el edificio que cuenta con las mejores posibilidades para acoger al Papa. Pero no es necesario que el Papa se aloje en una residencia de enfermos para expresar su cercanía a quienes sufren. No olvidemos que fue él quien instituyó la Jornada Mundial del Enfermo y que en estos 26 años de pontificado ha manifestado con todos los medios su solidaridad a quien sufre.

–Usted está siguiendo de cerca la preparación del viaje junto al Papa. ¿Qué espera el Papa de esta visita?

–Monseñor Boccardo: El Papa está muy entusiasmado. Como decía, quiere subrayar los gestos tradicionales de la peregrinación que manifiestan la genuina fe de la gente. Al celebrar el aniversario del dogma de la Inmaculada quiere recordar a toda la Iglesia la importancia de la gracia en la vida de los hombres. Será una manera impactante de subrayar el misterio del pecado y de la gracia en la existencia humana.

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ZENIT Staff

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