El Papa rinde tributo a la santidad salesiana

Tras beatificar a tres discípulos de san Juan Bosco

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CIUDAD DEL VATICANO, 15 abril 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II rindió tributo este lunes a los santos que han surgido de la familia religiosa salesiana, 24 horas después de haber beatificado a tres exponentes de la misma.

Los nuevos beatos, discípulos de san Juan Bosco (1815-1888), son la guatemalteca María Romero Meneses (1902-1977), hija de María Auxiliadora; el italo-colombiano Luis Variara (1875-1923), sacerdote; y el italo-argentino Artémides Zatti (1880-1951), coadjutor salesiano.

Al encontrarse en la mañana con los peregrinos que habían participado este domingo en la beatificación, el Santo Padre recordó su vida recordando «no quedó escondida dentro de los muros de su comunidad religiosa», sino que llegó «a tantos hombres y mujeres, niños y jóvenes que les conocieron y se beneficiaron de su labor apostólica».

Presentó al beato Luigi Variara, fundador de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, como «paño de lágrimas de los más segregados y a veces olvidados de la sociedad».

«Su vida invita a tender una mano a todos, a no despreciar a nadie, a ser acogedor», añadió. «Hoy Colombia, donde vivió y dio lo mejor de sí con la ayuda de la gracia de Dios, puede encontrar en los ejemplos de este testigo de Jesucristo una ayuda para superar la dura situación que vive desde hace tantos años y encaminarse hacia una sociedad más fraterna y solidaria».

Habló luego del coadjutor Artémides Zatti, quien «sembró en las tierras de Viedma (Argentina) con su incesante y alegre actividad en favor de los enfermos, la misericordia que Jesús nos invitó a practicar: «Estuve enfermo y me visitasteis»».

Su ejemplo, aclaró el Papa, puede inspirar en «todos los profesionales del campo de la salud una renovada actitud de servicio al enfermo que lleve a primar su condición de persona, provista de unos derechos inalienables».

El Papa Wojtyla reconoció, por último, que lo que más le atrae de sor María Romero es «su servicio a los pobres, con creatividad y eficacia».

«Las obras que ella fundó –dijo– para promover la vida cristiana de los más necesitados y aliviar la situación de necesidad por la que pasaban tantos habitantes de San José (Costa Rica) y su periferia subsisten hoy en día y continúan a dar motivos de fundada esperanza por medio de gestos de solidaridad hacia los más pobres».

Concluyó con una exhortación: «¡Que no venga nunca a faltar este servicio que tanto honor da a la Iglesia de Cristo!».

El 12 de abril, al recibir a los participantes en el capítulo general de los Salesianos, con su nuevo rector mayor, don Pascual Chávez Villanueva, Juan Pablo II les recordó precisamente que la santidad es la obra esencial de los salesianos.

«Queridos salesianos», dijo, «si os esforzáis por imprimir a vuestro trabajo una carga constante de amor evangélico, podréis realizar hasta el final vuestra misión con alegría y eficacia. ¡Sed santos! La santidad es –como bien sabéis– vuestra tarea esencial, como también lo es para todos los cristianos».

La familia religiosa salesiana está compuesta por la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco (los así llamados salesianos, más de 17 mil saceredotes y hermanos laicos en 130 países), por las las Hijas de María Auxiliadora (religiosas dedicadas a la educación) y otras instituciones, en su mayoría de laicos, como la Asociación de los cooperadores aalesianos, la Confederación mundial de los ex alumnos de Don Bosco, el Instituto secular Voluntarias de don Bosco, etc.

La familia comprende en total 21 congregaciones y grupos oficialmente reconocidos. Otros 27 han pedido el reconocimiento.

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ZENIT Staff

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