El Papa se despide de Bulgaria entregando sus energías a los jóvenes

Adiós sencillo en el aeropuerto de Plovdiv

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PLOVDIV, 26 mayo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II entregó todas las fuerzas que le quedaban a los jóvenes al concluir su viaje a Bulgaria en el encuentro más festivo de su visita a ese país.

Al final de la cita, el Papa no parecía tener ninguna intención de marcharse. Improvisó palabras a los muchachos y muchachas y entonó en solitario el cántico de la Virgen de Czestochowa en polaco, en respuesta a los chicos que lo habían cantado en búlgaro.

«Estoy muy contento de encontraros al final de mi pontificado, pues no sé si podré volver a Bulgaria», dijo en polaco a un público exultante.

«Deseo para vuestro pueblo que el mañana sea el día más bello –siguió improvisando–. ¡Jesús sea alabado por la nueva Bulgaria!».

El obispo de Roma, en su discurso pronunciado en búlgaro, con la ayuda en varios pasajes de un sacerdote, dejó a los jóvenes un mensaje tomado de Léon Bloy, escritor francés del siglo XX:: «Sólo hay una tristeza, la de no ser santos».

Su intervención giró en torno al lema de las Jornadas Mundiales de la Juventud de Toronto [http://www.wyd2002.org ], en las que debería participar a finales de julio en Toronto: «Vosotros sois la sal de tierra… vosotros sois la luz del mundo».

«Jesús no os pide simplemente que digáis o hagáis algo; ¡Jesús os pide ser sal y luz! Y no sólo por un día, sino durante toda la vida», les dijo.

Los muchachos le respondieron con gritos como «Juan Pablo, te queremos» o «Santo Padre, estamos contigo».

La despedida del Papa tuvo lugar en el aeropuerto de Plovdiv y se desarrolló de manera muy sencilla, en presencia del ministro de Asuntos Exteriores, Solomon Passi, quien calificó la visita de «histórica».

Allí también improvisó el Papa. Hablando en italiano dijo: «Ha llegado la lluvia. Que sea un buen signo par Bulgaria y todos los búlgaros».

Su discurso oficial de despedida, leído en búlgaro por un sacerdote, se convirtieron en un mensaje a la Iglesia ortodoxa para continuar por el camino hacia la unidad, y una invitación a todos los ciudadanos a construir una Bulgaria «solidaria».

El pontífice regresó a Roma abordo de un Airbus 321 de la compañía Alitalia. El viaje internacional número 96 de estos casi 24 años de pontificado había comenzado el miércoles pasado en Azerbaiyán, donde había permanecido durante algo más de 24 horas.

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ZENIT Staff

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