CIUDAD DEL VATICANO, 13 febrero 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II celebró esta mañana un aniversario muy particular: los setenta años de Radio Vaticano, la emisora que transmite la voz del Papa a los cinco continentes, en particular a los países en los que los cristianos son perseguidos.
Para celebrar esta fiesta tan significativa, el pontífice quiso reunirse con todos los dependientes que trabajan en la emisora: cuatrocientos empleados, doscientos de ellos periodistas, de 58 nacionalidades.
<br> El Papa les pidió en pocas palabras que sean evangelizadores a través de las ondas radiofónicas. «Evangelizar a través de la radio significa ofrecer una información profesionalmente intachable que, en el comentario implícito y explícito de los hechos, se convierta en catequesis cotidiana ligada a la vida y a la esperanza del receptor», les dijo entre aplausos.
«Esta acción evangelizadora exige esfuerzo continuo de adaptación, de actualización, pero también sólida formación humana, cultural y profesional, unida a motivaciones espirituales y misioneras firmes», añadió.
Juan Pablo II confesó que en su labor de obispo de Roma tiene necesidad de la ayuda de quienes trabajan en «Radio Vaticano» y les exhortó: «No os desaniméis por las dificultades, el límite de los recursos y vuestros mismos límites. Que no os turbe el cambio cada vez más acelerado de escenarios, de estructuras, de métodos y de modos de vivir».
«No estáis solos: estáis en el corazón de la Iglesia. Estáis también siempre presentes en mi solicitud y en mi oración diaria», concluyó.
«Radio Vaticano» nació en un momento histórico muy convulsionado, cuando regímenes de algunos países limitaban a la Iglesia su libertad de expresión. Una vez firmados los Pactos de Letrán, entre la Iglesia y el Estado Italiano, (1929), Pío XI encargó a Guiglielmo Marconi, inventor de la radio, la realización de una estación de radio, dentro del nuevo Estado Vaticano, que le permitiera comunicarse con el mundo entero.
Algunos meses más tarde, el científico se presentó a la cita con el Papa en el Vaticano, emocionado y casi tembloroso: «Tengo el altísimo honor de anunciar –dijo Marconi–, que dentro de pocos instantes el Sumo Pontífice Pío XI inaugurará la Estación de Radio del Estado de la Ciudad del Vaticano. Las ondas eléctricas transportarán a todo el mundo a través del espacio su palabra de paz y bendición».
El primer mensaje del Papa fue en latín. Decía: «Oíd, Oh Cielos, lo que estoy por decir, escuchad tierra la palabra de mi boca… oíd y escuchad oh pueblos lejanos….». Eran exactamente las 16 horas 49 minutos del 12 de febrero de 1931. La «Radio Vaticana», una de las aventuras mediáticas más importantes para la Iglesia católica, acababa de nacer.
En estos momentos «Radio Vaticano» emite en cuarenta idiomas, durante más de sesenta horas en todas las regiones del mundo. En algunos países, como China, Vietnam, o en países árabes, constituye el único medio de comunicación católico al que pueden acceder los cristianos perseguidos y el único canal para escuchar la voz del Papa. Durante los años de la guerra fría, fue también la conciencia de la Iglesia universal entre los católicos de los países que gravitaban en torno al régimen soviético.
En estos momentos, la emisora ha concluido un proceso de transformación tecnológica. Además de emitir, como hacía hasta ahora, en onda corta, onda media y frecuencia modulada, ha comenzado a lanzar su señal a través de dos satélites –INTELSAT 62°Est (Indiano), INTELSAT 325,5° Est (Atlántico)– con dos canales cada uno.
El satélite permite el que otras emisoras radiofónicas del mundo, no sólo católicas, puedan incluir en su programación y transmitir los programas de esta emisora. Esta oferta, propuesta desde hace cinco años, ha tenido un éxito inesperado en América Latina, que se ha plagado de radios que retransmiten el informativo internacional en castellano. En total son unas 273 emisoras hispanas.
Además «Radio Vaticano» cuenta con tres sitios en Internet. El sitio oficial es http://www.radiovaticana.org, desde donde se pueden escuchar sus programas en directo o diferido, o acceder a información escrita.
