El Papa se une al 75º aniversario de las apariciones de la Virgen de los Pobres (Bélgica)

Nombra al cardenal Danneels su enviado especial al santuario mariano de Banneux,

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 26 mayo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado al cardenal Godfried Danneels su enviado especial a las celebraciones, en el santuario de Banneux (Bélgica), del 75º aniversario de las apariciones de la «Vierge des Pauvres» (Virgen de los Pobres).

La designación pontificia -en una carta en latín, fechada el 27 de marzo- se hizo pública el sábado por la Oficina de Información de la Santa Sede.

Acompañará al purpurado -arzobispo de Malinas-Bruselas–, a las celebraciones del próximo 31 de mayo, una misión formada por los sacerdotes Karl Gatzweiler y Joseph Bodeson, miembros del capítulo de la catedral de Lieja.

En su misiva, Benedicto XVI encomienda al cardenal Danneels transmitir sus saludos a los prelados y fieles en la celebración mariana, y asegura su oración por el aniversario.

Que María, que «sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de Él esperan con confianza la salvación» (Constitución Dogmática «Lumen gentium», n.55), «nos exhorte a una vida espiritual renovada para que podamos emplearnos en testimoniar la fe», escribe el Papa, según difunde «Radio Vaticana».

Poco más de trescientos habitantes tenía el pequeño pueblo belga cuando, el 15 de enero de 1933, se apareció la Virgen María a Mariette Beco -de 11 años– por primera vez; le siguieron otras siete apariciones. Nuestra Señora se manifestó como la Virgen de los Pobres y mostró a la pequeña vidente una fuente «para todas las naciones… para los enfermos», además de pedir oraciones y que se construyera en el lugar una capilla. «Orad mucho» fue la última recomendación mariana.

El reconocimiento eclesiástico de estas apariciones tuvo lugar el 22 de agosto de 1949, por carta de monseñor Louis-Joseph Kerkhofs, entonces obispo de Lieja -circunscripción a la que pertenece Banneux–.

Las ocho apariciones se interpretan -apunta la emisora pontificia– como una invitación a contemplar a María como la sierva del Señor, que viene a suscitar la fe y la oración, que conduce a Jesús, Fuente de la gracia que da el agua viva a todas las naciones y en particular a los enfermos de cuerpo o de espíritu, para que encuentren alivio y vivan sus sufrimientos con Jesús, al lado de su Madre.

La manifestación mariana a una niña, en una pequeña aldea de mineros y leñadores, muestra asimismo la particular cercanía de la Virgen a los pobres, a los sencillos y a los puros de corazón.

En una carta a los fieles con ocasión de este 75º aniversario, el obispo de Lieja, monseñor Aloysius Jousten, insiste: «La Madre de Jesús remite siempre a su Hijo. Él es la fuente de la verdadera vida, de la vida plena».

«Que cada uno de nosotros, que sea pobre o que tenga un corazón pobre, se sienta acogido y amado por Dios. La Virgen de los Pobres nos toma de la mano –expresa– y nos conduce hacia la fuente, hacia su Hijo».

Siguiendo al prelado, la invitación de la Virgen es para que seamos «los unos para los otros guías hacia la fuente de la verdadera vida, de la verdadera felicidad».

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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