El Papa: separación fe y vida, «uno de los errores más grandes de hoy»

Alerta ante la «peligrosa tendencia» de un cristianismo a la carta

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CIUDAD DEL VATICANO, 10 dic 2000 (ZENIT.org).- Juan Pablo II alertó hoy ante la «peligrosa tendencia» de aceptar tan sólo aquellas verdades del cristianismo que más convienen, como si se tratara de un menú a la carta.

La advertencia del pontífice tenía lugar en la eucaristía con la que culminó el Jubileo de los catequistas y profesores de religión del mundo entero, celebrada este domingo en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Con las mismas palabras pronunciadas hace treinta años por Pablo VI, su predecesor, el Papa Wojtyla denunció la extendida tentación de «reconstruir, según fundamentos psicológicos y sociológicos, un cristianismo arrancado de la Tradición ininterrumpida que se remonta a la fe de los apóstoles».

Escuchaban al pontífice, en una mañana auténticamente primaveral que contradecía toda previsión meteorológica, además de miles de peregrinos que se apretaban entre la columnata de Bernini, unos 7.500 catequistas y profesores de religión de numerosos países, que han participado en las jornadas jubilares celebradas en Roma en este fin de semana.

El Santo Padre les invitó a hacer «todos los esfuerzos necesarios para dar a comprender el mensaje a los hombres y mujeres de nuestro tiempo que no traicione nunca la verdad y la continuidad de la doctrina de la fe».

El pontífice, en consecuencia, pidió a los presentes que hicieran un «cuidadoso examen de conciencia» en el que puso como modelo para todo catequista a Juan Bautista, el precursor del Mesías, que como el profesor de la fe es «indispensable», pues «la experiencia de la fe siempre tiene necesidad de un mediador, que al mismo tiempo sea testigo».

De este modo, recordando la figura agreste del Bautista, invitó a los catequistas a encontrar esos «barrancos que hay que rellenar», en otras palabras, el «desapego que se constata en algunos entre la fe que profesan y su vida diaria». Se trata «de uno de los graves errores de nuestro tiempo», aseguró.

Como el Bautista, invitó a los catequistas a «enderezar las sendas», es decir, a ayudar a «esos creyentes que toman del patrimonio integral e inmutable de la fe algunos elementos escogidos subjetivamente, quizá a la luz de la mentalidad dominante, para alejarse del camino derecho de la espiritualidad evangélica, tomando como referencia los vagos valores inspirados en un moralismo convencional».

«En realidad –aclaró–, aunque viva en una sociedad multiétnica y multirreligiosa, el cristiano no puede dejar de experimentar la urgencia del mandato misionero».

«En toda circunstancia, en todo ambiente, favorable o no, hay que proponer con valentía el Evangelio de Cristo, anuncio de felicidad para toda persona de cualquier edad, categoría, cultura y nación», concluyó Juan Pablo II.

El Jubileo de los catequistas, inaugurado ayer por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, terminó en la tarde de hoy con la fase conclusiva del congreso internacional celebrado con este motivo en el Vaticano, en la que intervino el cardenal alemán Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre «La nueva evangelización».

Pusieron el broche de oro al encuentro testimonios, a veces conmovedores, de los desafíos que tienen que afrontar los catequistas hoy en los cinco continentes.

Según la última edición del Anuario Estadístico de la Iglesia (1998), en el mundo hay 2.298.387 catequistas. De ellos, 343.085 se encuentran en África; 1.258.836 en América (en Estados Unidos y Canadá hay 331.547; en América Central 210.661; y en América del Sur 666.474); 226.500 en Asia; 455.481 en Europa; y, por último, 14.485 en Oceanía.

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ZENIT Staff

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