El Papa sigue hora tras hora la tragedia del terremoto en Italia

Mueren 26 niños y 3 adultos

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CIUDAD DEL VATICANO, 3 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha seguido hora tras hora los trágicos daños del terremoto que golpeó el 31 de octubre Italia provocando la muerte de 26 niños y 3 adultos de San Giuliano di Puglia (región de Molise).

En todas sus intervenciones públicas durante los últimos tres días, el Santo Padre ha pedido oraciones para los pequeños y sobre todo para sus familias y seres queridos y ha urgido a la solidaridad, tanto de la Iglesia como del resto del país.

El pontífice se hizo presente este domingo en las exequias con un mensaje en el que expresa sus oraciones para que Dios infunda «serenidad» a la comunidad de San Giuliano y pide la movilización de todos los ciudadanos italianos para promover la reconstrucción de la pequeña localidad.

El pasado viernes, día de Todos los Santos, como hace todos los años, el Papa descendió a las 6 de la tarde a las Grutas de la Basílica Vaticana, donde están enterrados numerosos obispos de Roma, para recogerse en un momento de oración.

«En estas Grutas vaticanas –dijo durante su oración–, confiamos a la misericordia del Padre ante todo las víctimas de terremoto que ha golpeado el sur de Italia, en particular a los numerosos niños que perdieron la vida, a sus padres y a sus familias».

A continuación, el Papa rezó por sus sucesores en la guía del timón de la Barca de Pedro.

El adiós a los pequeños
Bajo una gran carpa levantada al lado del polideportivo, uno de los escasos edificios que no se vieron afectados por el terremoto de 5,4 grados Richter del pasado jueves, fueron colocados sobre el suelo los 26 ataúdes blancos y los tres de los adultos.

Repleto de flores blancas de todos los tipos, el lugar hubiera pasado por un jardín florido –según reconocía el corresponsal de la agencia EFE– si no fuese porque debajo de aquellas flores se encontraban los restos mortales de toda una generación de un pueblo y el futuro truncado de una localidad de 1.200 habitantes, que ve, entre otras, como todas sus casas han quedado inhabitables por el temblor.

La ceremonia fue oficiada por el obispo de Termoli-Larino (diócesis a la que pertenece San Giuliano), Tomasso Valentinetti, y concelebrada por los párrocos del pueblo, así como numerosos sacerdotes de la zona y obispos, entre ellos el Nuncio Vaticano en Italia, Paolo Romeo, enviado por el Papa para expresar su «paternal cercanía».

A la misma asistió el Jefe del Estado, Carlo Azeglio Ciampi, y su esposa, Franca, a la que se la vio llorar en numerosos momentos. También estuvieron presentes el presidente de la Cámara de Diputados, Pierferdiando Casini, y los ministros de Educación e Interior, Letizia Moratti y Giuseppe Pisanu, respectivamente.

Varios miles de personas, entre ellos todos los representantes de la región, los vecinos del pueblo y de las localidades vecinas, también asistieron al último adiós a los 26 pequeños, la maestra y dos ancianas del lugar.

Los funerales se celebraron en medio de un gran silencio y recogimiento, roto sólo en algunos momentos por los llantos y gritos desesperados de algunas madres.

Sobre los pequeños ataúdes blancos fueron colocados peluches y otros objetos queridos de los niños, «estos ángeles que contemplan ya el rostro de Dios», según dijo el obispo Valentinetti, que pidió fuerza a los padres y familiares para superar esta tragedia.

«A estos niños pedimos que intercedan para que podamos consolarnos», añadió el obispo, mientras arreciaron algunos llantos.
Dirigiéndose a las autoridades, el obispo manifestó: «ayudadnos en la prevención, ayudadnos a vigilar para que estas tragedias no se vuelvan a repetir más».

«Ayudadnos para que esta gente tenga la fuerza y la voluntad de reconstruir y no alejarse de esta tierra una vez más y esta vez de manera definitiva. Ayudadnos para que se creen las condiciones posibles de trabajo, para que estas personas puedan quedarse, reconstruir y seguir amando esta tierra», agregó el obispo.

La madre de una de las víctimas pidió en nombre de todos los padres «una sola cosa: que las escuelas sean más seguras, ya que no queremos que ningún otro genitor llore a sus hijos».

A la misma hora que en San Giuliano se celebraban los funerales, transmitidos en directos por la televisión pública RAI, en Roma el consejo de ministros se reunió para aprobar las primeras ayudas a los damnificados del terremoto, que serán anunciadas en las próximas horas.

Los pueblos afectados son 21 y los damnificados son 5.500 vecinos de la zona de Molise, en la provincia de Campobasso, que linda con las sureñas regiones de Puglia y Campania.

Ya hoy se reunieron responsables de la facultad de Arquitectura de la Segunda Universidad de Nápoles con las autoridades regionales de Molise para preparar los proyectos de reconstrucción de la zona golpeada por los movimientos telúricos.
Los terremotos siguen registrándose, aunque con menor intensidad en la zona. Los expertos han asegurado que se trata de sacudidas de «asentamiento» y que en los próximos días continuarán.

Los vecinos de San Giuliano -que ha sido evacuado ante el temor de nuevos desplomes- han sido acomodados de manera provisional en tiendas de campaña.

Ante el empeoramiento del tiempo, previsto para los próximos días, y la llegada del invierno, las autoridades regionales han prometido la instalación de casas prefabricadas, a la espera de la reconstrucción del pueblo.

Mientras tanto, no se aplaca la polémica sobre el hecho de que el único edificio totalmente destruido en San Giuliano haya sido la escuela. La fiscalía considera el desplome «anómalo» y ha presentado una acusación de «homicidio culposo múltiple».

Algunos expertos achacan el desplome del edificio, construido en la década de los años 50, al hecho de que se le hubiera añadido hace dos años un planta más, que habría debilitado los cimientos.

En las últimas horas, según informó la RAI, varios sismólogos han descubierto una falla de un kilómetro de larga, que comienza bajo la escuela. De confirmarse, precisó la televisión pública, el desplome el edificio podría haberse debido a esa raja en el terreno.

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ZENIT Staff

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