El Papa suplica «en nombre del Dios único» la liberación de los secuestrados en Irak

Y se une al dolor de sus familiares al término de la manifestación en Roma

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 29 abril 2004 (ZENIT.org).- En la tarde de este jueves, Juan Pablo II se ha unido con un mensaje al dolor de los familiares de los rehenes en Irak, pidiendo nuevamente su liberación.

Fue el arzobispo italiano Giovanni Lajolo, secretario de la sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, quien trasladó los sentimientos del Papa a los familiares de los tres civiles italianos secuestrados en Irak al término de la marcha que promovieron –desde Castel Sant’Angelo hasta la Plaza de San Pedro– para pedir su liberación y que convocó a unas 5 mil personas.

Les acompañaron el arzobispo de Bari –monseñor Francesco Cacucci–, el obispo de Prato –monseñor Simone Gastoni— y el párroco de Cesenatico, el padre Silvano Ridolfi, en representación del obispo de Cesena, los tres lugares de origen de los secuestrados.

Se habían unido igualmente el secretario general de la Conferencia Episcopal italiana –monseñor Giuseppe Betori— y el obispo greco-melkita palestino, monseñor Hilarion Capucci.

En un vídeo difundido el lunes pasado, los secuestradores habían condicionado la liberación de los civiles a la organización de una gran manifestación en Roma para oponerse a la guerra en Irak. Dieron como plazo cinco días y amenazaron con matar a los secuestrados si no se cumplía su exigencia.

Umberto Cupertino, Salvatore Stefio y Maurizio Agliana fueron secuestrados el pasado 12 de abril junto a Fabrizio Quattrocchi, quien dos días más tarde fue asesinado a sangre fría.

«Os puedo comunicar –dijo monseñor Lajolo— que el Santo Padre ha celebrado esta mañana, fiesta de Santa Catalina de Siena, Patrona de Italia, la Santa Misa por la liberación de los rehenes detenidos en Irak, así como por todos aquellos que sufren en ese país. Los ha confiado a la protección de María, Madre de Cristo y nuestra».

«En nombre del único Dios, que a todos nos juzgará, Juan Pablo II renueva a los secuestradores su apremiante súplica para que sean devueltas con prontitud las personas secuestradas a sus familias», continuó.

Según las palabras del prelado, el Papa desea a las personas secuestradas «que les llegue la expresión de sus sentimientos paternos y su aliento a continuar llevando con valor y esperanza su dura prueba» mientras que «asegura su particular cercanía en estos momentos de angustia» a sus familiares y allegados.

«El Santo Padre no duda que se haga todo lo posible» «para garantizar la seguridad de los rehenes y se logre lo antes posible a tu liberación», añadió monseñor Lajolo.

Al mismo tiempo, el Papa ha querido transmitir su agradecimiento «a cuantos trabajan para restablecer en Irak un clima de reconciliación y de diálogo con vistas a la recuperación de la plena soberanía e independencia del país, en condiciones de seguridad para toda la población».

Y añade: «El Papa invita a todos a la oración a Dios, que ama la vida de cada hombre y no quiere la muerte de ninguno, por una finalización positiva de esta dolorosa situación».

«En este mismo momento –aseguró monseñor Lajolo— está recogido en oración en su capilla, unido a nosotros en la súplica común a Dios».

Después de leer el mensaje, el prelado invitó a los manifestantes a guardar un minuto de silencio y a rezar el Padre Nuestro y el segundo misterio gozoso del Rosario, explicando que «la fe mueve incluso montañas y que nada es imposible para Dios». Los participantes se unieron finalmente al canto de la Salve.

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ZENIT Staff

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