El Papa trae el mensaje de la misericordia a la nueva Polonia

Aterriza en el aeropuerto de Cracovia

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CRACOVIA, 16 agosto 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II aseguró al aterrizar este vienes en Cracovia que viene para anunciar el mensaje de la misericordia –divina y humana– a su país sumergido en profundos cambios tras la era comunista.

«Esta es una nueva peregrinación en la que puedo observar cómo los polacos administran la reconquistada libertad», afirmó el pontífice, quien repitió las famosas palabras que pronunció en 1979 durante su primera visita en pleno régimen: «No tengáis miedo».

Al comenzar su octava peregrinación oficial a Polonia, el Papa recibió la bienvenida del actual presidente polaco, el ex comunista Aleksander Kwasniewski y del cardenal Franciszek Macharski, su sucesor en la sede arzobispal de Cracovia.

A pesar de que estas ceremonias suelen ser protocolarias, el ambiente era muy distendido. Al pasar a saludar a un destacamento de soldados que le rendían homenaje, los uniformados rompieron filas para sacar fotos de cerca al pontífice.

El pontífice demostró estar de estupendo humor. Interrumpió su discurso entre sonrisas para pedir perdón porque a diferencia del presidente Kwasniewski y del cardenal Macharski pronunció su discurso sentado. «La culpa es de este atril que me han puesto y que no me deja levantarme», afirmó.

«Lo que parecía inimaginable se ha verificado», reconoció por su parte el cardenal de Cracovia al saludarle.

Esperaban al Papa, escuchando los cantos de montañeros de los montes Tatra, unas 20 mil personas en el aeropuerto y en las afueras de aeropuerto de Cracovia-Balice que lleva por nombre Juan Pablo II.

Claramente conmovido y sonriente, el Papa bajó por su propio pie las escaleras del avión de la compañía Alitalia que le trajo desde Roma. Mientras besaba tierra polaca, que le presentaron en una cesta, los presentes gritaban «Bienvenido a casa», «Te queremos», «Benivenido a Cracovia».

«Lo que sucede en Polonia me preocupa profundamente –dijo el Papa en su discurso–. Sé que nuestra patria ha cambiado mucho desde mi primera vista en 1979», un año después de su elección a la sede de Pedro.

La Iglesia católica ha afirmado siempre «que no se puede construir un futuro feliz para la sociedad basado en la pobreza, la injusticia, el sufrimiento de un hermano», dijo haciendo referencia al 18% de sus compatriotas en edad de trabajo que hoy no tienen trabajo.

Tras criticar los modelos de desarrollo basados en el materialismo, el pontífice afirmó que «los hombres que respetan el espíritu de la ética social católica no pueden quedar indiferentes ante la suerte de quienes se quedan sin trabajo, de quienes viven en una pobreza creciente sin perspectiva de mejorar su situación y el porvenir de sus hijos».

A la nueva Polonia marcada por las desigualdades el primer Papa polaco de la historia presentó el mensaje de la divina misericordia, anunciado por una joven polaca, sor Faustina Kowalska (1905-1938).

Este sábado cumplirá con su primera y principal etapa, reconoció él mismo: la dedicación del nuevo santuario del la Divina Misericordia que surge en las afueras de Cracovia, «centro mundial de la devoción a Jesús misericordioso», añadió.

Y como relejo de la Misericordia de Dios presentó asimismo el ejemplo de los cuatro nuevos beatos –Zygmunt Szczęsny Feliński (1822-1895) , Jan Balicki (1869-1948) , Jan Beyzym (1850-1912) , Sancja Szymkowiak (1910-1942) — que elevará el domingo en una misa multitudinaria en el parque de Blonie en Cracovia.

El lunes el pontífice celebrará el cuarto centenario de la dedicación del Santuario de la Pasión de Jesús y de la Virgen de los Dolores en la Basílica de Kalwaria Zedrzydowska, centro ligado a su infancia –reconoció en el discurso–, y en el que tomó decisiones difíciles en su arzobispado.

Tras despedirse de los presentes, el pontífice se dirigió al arzobispado de Cracovia, su antigua residencia, donde pernoctará hasta el próximo lunes, día en que concluirá la peregrinación apostólica a su país.

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ZENIT Staff

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