El Papa vuelve entregar a los Jóvenes la Cruz de las Jornadas Mundiales

Vuelve a entablar un diálogo en un encuentro multitudinario con chicos italianos

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 1 abril 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II volvió a entregar a los jóvenes la Cruz de las Jornadas Mundiales, que había puesto en sus manos hace veinte años, en un multitudinario encuentro que mantuvo en la tarde de este jueves con decenas de miles de chicos y chicas.

El pontífice dio prueba una vez más de su capacidad de diálogo espontáneo con los jóvenes cuando anochecía en la plaza de San Pedro del Vaticano, en una fiesta de música, testimonio y oración, que sirvió para preparar la Jornada Mundial de la Juventud 2004, que se celebrará a nivel diocesano el Domingo de Ramos.

La protagonista de la fiesta fue precisamente la Cruz de los jóvenes, presente en Roma, y que llegará el próximo domingo a Berlín para recorrer Alemania, en preparación de la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en agosto de 2005, en la ciudad de Colonia.

«Cómo han cambiado los jóvenes de hoy con respecto a los de hace veinte años –reconoció el Papa, quien pronunció un largo discurso con voz clara–. ¡Cómo ha cambiado el contexto cultural y social en el que vivimos! Pero Cristo no, ¡Él no ha cambiado! Él es el Redentor del hombre ayer, hoy y siempre!».

«Poned, por tanto, vuestros talentos al servicio de la nueva evangelización para volver a crear un tejido de vida cristiana», alentó a los chicos y chicas, que en su mayoría procedían de Roma y de la región del Lacio, aunque no faltaban jóvenes peregrinos de otros países.

Los presentes, antes de la llegada del Papa, habían asistido a la interpretación de famosos de la música italiana, que con a ritmo de rock o de break dance, dieron su propio testimonio.

«¡El Papa está con vosotros! –afirmó el Papa ¡Creed en Jesús, contemplad el Rostro del Señor crucificado y resucitado! Ese rostro que tantos quieren ver, pero que con frecuencia queda ofuscado por nuestra falta de pasión por el Evangelio y por nuestro pecado».

«¡Jesús amado, Jesús buscado, revélanos tu rostro de luz y de perdón! ¡Míranos, renuévanos, envíanos!», dijo el Papa ofreciendo una oración personal.

Los jóvenes interrumpieron con frecuencia sus palabras. En esta ocasión, inventaron un eslogan en italiano: «No te rindas nunca» («Non mollare mai»).

El obispo de Roma les escuchaba encantado, sin miedo de que el encuentro se alargara demasiado, creando problemas de horario de programación al canal público de televisión italiano que lo transmitía en directo.

«Me dicen que hay que seguir…», reconoció en una ocasión para interrumpir los gritos juveniles.

«Demasiados jóvenes te esperan y, no te ven, no serán capaces de vivir su vocación, no serán capaces de vivir la vida por ti y contigo para renovar al mundo poniéndose bajo tu mirada, orientada al Padre y al mismo tiempo a nuestra pobre humanidad», imploró retomando la palabra.

«Queridos amigos –añadió–, con una nueva creatividad, sugerida por el Espíritu Santo en la oración, seguid llevando juntos la Cruz que os confié hace ya veinte años».

«Los jóvenes de entonces han cambiado, como también he cambiado yo, pero vuestro corazón, al igual que el mío, sigue sediento de verdad, de felicidad, de eternidad y, por tanto, ¡es siempre joven!», aseguró.

«¡En esta tarde, vuelvo a poner de nuevo mi confianza en vosotros, esperanza de la Iglesia y de la sociedad! –dijo– ¡No tengáis miedo! ¡Llevad por doquier, a tiempo y a destiempo, la potencia de la Cruz para que todos, también gracias a vosotros, puedan seguir viendo y creyendo en el Redentor del hombre!», concluyó.

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ZENIT Staff

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