TORONTO, 8 agosto 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II y George W. Bush se han hecho presentes en el encuentro anual mundial de más de dos mil Caballeros de Colón que del 7 al 9 de agosto afronta los nuevos desafíos de su testimonio cristiano.
Por el momento, en Toronto, ya han surgido dos compromisos muy concretos: la participación de los Caballeros en la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en esta ciudad en julio de 2002; así como la organización del Congreso Eucarístico Internacional, que tendrán lugar en junio de 2002 en el santuario nacional de Estados Unidos, la Basílica de la Inmaculada Concepción en Washington.
Los Caballeros de Colón, una de las organizaciones católicas de laicos más grandes del mundo, con más de 1.600.000 miembros en varios continentes, fue fundada en 1882 por el sacerdote estadounidense Michael J. McGivney, quien en aquella época asistía a los inmigrantes irlandeses más necesitados.
En un mensaje, Juan Pablo II se ha hecho presente en el encuentro de Toronto para agradecer el servicio que han ofrecido los Caballeros de Colón a la Santa Sede, especialmente durante el Jubileo del año 2000. En concreto, esta organización financia el coste de las transmisiones televisivas por satélite de todos los eventos del Santo Padre y colabora de manera decisiva con las obras de caridad del Papa en diferentes partes del mundo.
El pontífice agradece a los Caballeros de Colón «su testimonio público de las enseñanzas de la Iglesia, especialmente con referencia a la dignidad y santidad de la vida humana» y les invita a «entregarse sin descanso en la defensa de la vida del no nacido» y a apoyar la «proclamación de la Iglesia del Evangelio de la Vida».
Asimismo, el presidente de Estados Unidos, en un mensaje grabado en vídeo desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, ha invitado a los Caballeros de Colón a trabajar junto al Gobierno para «hacer la diferencia en el servicio de nuestros hijos, de nuestro futuro, y de nuestro mundo»
El presidente alaba también el trabajo de esta Orden que «está ayudando a crear lo que el Papa Juan Pablo II ha llamado una «cultura de la vida»».
Por su parte, el Caballero Supremo, Carl A. Anderson, en un informe entregado al encuentro del Consejo Supremo Anual, invita a la Orden a comprometerse de manera más determinante aún en defensa de la familia, en la promoción de las vocaciones, en la preservación de la vida familiar, en el apoyo a las escuelas católicas, y en la participación en la evangelización.
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