El Papa y el primer ministro libanés analizan la paz en Oriente Medio

El pontífice relanza las negociaciones y el respeto de las resoluciones ONU

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CIUDAD DEL VATICANO, 23 abril 2001 (ZENIT.org).- En estos momentos en los que el proceso de paz parece olvidarse en Oriente Medio, Juan Pablo II recibió en la mañana de este lunes al presidente del Consejo de ministros del Líbano, Rafic Hariri, para relanzar las negociaciones y exigir el respeto de las resoluciones de la ONU.

En el encuentro con el Papa, el primer ministro libanés, de religión sunní, estuvo acompañado por su esposa y un séquito de unas quince personas, entre las que se encontraban numerosos exponentes de su gobierno.

Después de hablar cara a cara con el pontífice, el primer ministro tuvo un coloquio con el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, y con el arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario para las Relaciones con los Estados («ministro» de Asuntos Exteriores de la Santa Sede).

La situación del Líbano y la dramática coyuntura que atraviesa Oriente Medio han sido los temas principales de los coloquios. Una declaración firmada por el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, al final del encuentro, revela que «la Santa Sede ha considerado oportuno subrayar, una vez más, la importancia de la reconciliación como elemento esencial para la reconstrucción humana y social del Líbano».

«Por lo que se refiere a Oriente Medio –añade–, la Santa Sede ha confirmado la necesidad de que se observe el derecho internacional y las resoluciones de la ONU, ya sea para reanudar las negociaciones ya sea para alcanzar la tan suspirada paz».

Para el Papa el Líbano no es sólo un país, es un mensaje de diálogo y colaboración entre culturas y religiones, como lo era antes de la guerra que ensangrentó sus tierras durante quince años desde 1975.

En diciembre de 1995, tuvo lugar en el Vaticano un Sínodo de Iglesia en el Líbano, cuyas conclusiones fueron recogidas por el Papa, en mayo de 1998, en la exhortación apostólica «Una esperanza nueva para El Líbano», promulgada por él mismo durante una visita pastoral a Beirut.

El Líbano cuenta con 3.578.036 habitantes, de los cuales al menos 1 millón 900 mil son católicos (según revelaba hoy Radio Vaticano). En virtud de la pluralidad de religiones presentes en el territorio libanés, la constitución de 1926, modificada en varias ocasiones, prevé un sistema que tenga en cuenta las diferentes confesiones cristianas en la atribución de los máximos cargos institucionales. El presidente de la República debe ser un cristiano maronita, mientras que el Consejo de ministros está presidido por un musulmán sunní. La presidencia de la Asamblea Nacional, por último, corresponde a un musulmán chií.

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ZENIT Staff

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