El Papa y el Sínodo sienten «la ausencia» de los obispos chinos en el Sínodo

Benedicto XVI les recuerda en la homilía, y la asamblea les escribe una carta

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CIUDAD DEL VATICANO, 23 de octubre de 2005 (ZENIT.org).- En la misa de conclusión del Sínodo sobre la Eucaristía, Benedicto XVI recordó este domingo la ausencia de cuatro obispos chinos y manifestó su cercanía a todos los católicos de ese país.

Durante las tres semanas que ha durado la cumbre de obispos del mundo en el Aula Nueva del Sínodo han estado vacíos los lugares de estos obispos invitados por el Papa.

Se trata de monseñor Antonio Li Duan, arzobispo de Xian y monseñor Aloysius Jin Luxian SI, obispo di Shangai –ambos reconocidos por el gobierno–; monseñor Giuseppe Wei Jingyi, obispo de Qiqihar, no reconocido por el gobierno; y monseñor Luca Li Jingfeng, obispo de Fengxiang (Shaanxi), recientemente reconocido por el gobierno

Durante la homilía de la celebración eucarística en la que canonizó a los primeros cinco santos de este pontificado, el Santo Padre, «en nombre del episcopado» confesó que «con sentida pena hemos vivido la falta de sus representantes».

«Quiero también asegurarles a todos los prelados chinos que, con la oración, estamos junto a ellos y a sus sacerdotes y fieles», aseguró.

«El sufrido camino de las comunidades, confiadas a su cuidado pastoral, está presente en nuestro corazón: aquel no quedará sin dar fruto, porque es una participación en el Misterio pascual, para gloria del Padre», añadió por último.

Si bien algunos de los obispos chinos no hubieran podido viajar a Roma por problemas de salud y edad, los restantes experimentaron dificultades burocráticas para obtener los permisos necesarios para el viaje.

Monseñor Luca Li Jingfeng envió una carta escrita en latín al Sínodo, leída en una de las congregaciones generales por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, en la que agradecía la invitación del Santo Padre, manifestaba su pesar en nombre de los demás obispos por la imposibilidad de participar, y deseba un pronto restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y China.

En China el gobierno permite la práctica religiosa sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP). Considera la autoridad moral del Papa como intromisión de un estado extranjero en asuntos privados.

Al concluir el Sínodo, se distribuyó este sábado una carta de los miembros de la asamblea dirigida a los obispos chinos ausentes para confesar que su ausencia «ha causado profunda pena en nuestro ánimo» y asegurar que «nos hubiera gustado encontraros y escuchar de vuestra viva voz la historia de vuestra sufrida y fructuosa experiencia eclesial».

«Todo esto no ha sido posible, pero os aseguramos que vosotros y toda la Iglesia en China están particularmente presentes en nuestros corazones y en nuestras oraciones», afirmaba la asamblea sinodal.

Publicamos a continuación el texto íntegro de la misiva, traducida por la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.

* * *

Ciudad del Vaticano, 22 de octubre de 2005

Queridísimos Hermanos en el Episcopado,

Nosotros, Padres Sinodales, participantes en esta Undécima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en unión al Papa Benedicto XVI, deseamos haceros llegar nuestro fraterno y cordial saludo.

Vuestra ausencia de los trabajos sinodales ha causado profundo pena en nuestro ánimo. Nos hubiera gustado encontraros y escuchar de vuestra viva voz la historia de vuestra sufrida y fructuosa experiencia eclesial. Todo esto no ha sido posible, pero os aseguramos que vosotros y toda la Iglesia en China están particularmente presentes en nuestros corazones y en nuestras oraciones.

Como sabéis, el Misterio Eucarístico está al centro de nuestras reflexiones. Con este propósito, nos agrada destacar que, precisamente en la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia, todos nosotros estamos en comunión con Cristo y con la Iglesia universal. Por todo ello, unidamente a Vosotros, alabamos al Padre eterno, dador de todo bien: que de Su corazón brote ese amor que se vierte en nosotros a través del Espíritu del Señor Resucitado, que hace de nosotros «un solo corazón y un sola alma» (Hch 4, 32).

En el Señor Jesús os deseamos que todas las comunidades eclesiales en China prosperen en la escucha de la Palabra, en la celebración del Misterio pascual y en el generoso servicio a los hermanos. Estos votos incluyen el auspicio ardiente de que se puedan encontrar pronto las vías que hagan todavía más visible la plena comunión. Encomendamos a María Santísima, Madre de la Iglesia, estos anhelos que están acompañados por la fervorosa oración de toda la Iglesia.

Monseñor Nikola Eterovic,
arzobispo titular de Sisak,
secretario General del Sínodo de los Obispos

Cardenal Francis Arinze,
prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
presidente delegado

Cardenal Juan Sandoval Íñiguez,
arzobispo de Guadalajara
presidente delegado

Cardenal Telesphore Placidus Toppo,
arzobispo de Ranchi
presidente delegado

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ZENIT Staff

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