El Papa y Roma se despiden de la Virgen de Fátima

Inesperada oración de los peregrinos al atardecer

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 oct (ZENIT.org).- La blanca imagen de la Virgen de Fátima dejó esta mañana Roma y ya se encuentra de nuevo expuesta a la veneración de los fieles en la Capilla de las Apariciones en la Cova da Iria, en Portugal.

Juan Pablo II quiso que la estatua se expusiera de nuevo ayer, en el atrio de la Basílica vaticana, con motivo de la oración de la tarde de los peregrinos del Jubileo, en la que por primera vez participó personalmente.

La noticia de este nuevo acto público con la Virgen de Fátima había corrido por Roma a toda velocidad y ya, a partir de las primeras horas de la tarde, la plaza de San Pedro se llenó de peregrinos y romanos que quisieron despedirse de María. Para las siete de la tarde ya eran varias decenas de miles. Llevaban, como se hace en Fátima y Lourdes, velas en la mano, creando así un mar de luces que iluminó el inicio de la noche romana. El Papa no habló; se limitó a rezar y a participar en la oración, guiada por el decano del Colegio de los cardenales, el purpurado beninés Bernardin Gantin.

«Hemos concluido estas estupendas jornadas marianas dedicadas al Santo Rosario con la sagrada imagen de la Virgen de Fátima entre nosotros –dijo el cardenal Gantin al saludar a los presentes–. La hemos acogido con corazón de hijos; y ahora elevamos hacia ella, hacia nuestra Madre, oraciones y cantos, en esta plaza que une los corazones, pensamientos, expectativas y angustias, los proyectos de todos los hombres y mujeres de buena voluntad».

Al final de la oración, el Santo Padre dio su bendición al mar humano, que para aquel momento ya llenaba completamente la Plaza de San Pedro. Tras una breve procesión, entre el entusiasmo y la conmoción de los fieles, la imagen de la Virgen entró en el Vaticano por el Portón de Bronce y, desde allí, fue llevada a la capilla privada del Papa, donde permaneció durante toda la noche.

Esta mañana, a las 8:30, el patio de San Dámaso, en el Vaticano, estaba vestido de fiesta para dar el último adiós a la Virgen peregrina, antes de su regreso a Fátima. Estaban presentes peregrinos portugueses, acompañados por el obispo de Leiria-Fatima, monseñor Serafim de Sousa Ferreira e Silva, quienes vinieron a acompañar a su «Vigencita» de regreso a su patria.

El cardenal Sodano, en nombre de todos los presentes, saludó a la Virgen de Fátima con estas palabras: «Virgen Santa, tu venerada imagen regresa a tu bello santuario de Fátima. Nosotros la hemos acogido con profundo sentimiento de amor, pensando en ti, que una vez más has querido decir al Santo Padre, Juan Pablo II, y a todos nosotros, sus colaboradores, que cuidas con amor de esta casa, la casa del sucesor de Pedro… Todos nosotros, oh María, queremos vivir el mensaje que nos dejaste, al aparecerte a los tres pastorcillos en Cova de Iria, comprometiéndonos a renovarnos interiormente en la fidelidad a nuestra vocación».

La Virgen fue llevada, a continuación, al aeropuerto de Ciampino, desde donde partió rumbo a Lisboa.

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ZENIT Staff

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