El Patriarca de Jerusalén analiza la “Primavera árabe”

Entrevista a Su Beatitud Fouad Twal

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Por Christophe Lafontaine*

JERUSALÉN, lunes 2 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- La “primavera árabe”, el papel de los cristianos orientales y de Tierra santa y que se espera de los cristianos de Occidente son las preguntas más importantes realizadas en esta entrevista concedida por el Patriarca Latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal.

– ¿Qué opina sobre la “primavera árabe”?

Su Beatitud Twal: Por una parte estamos muy contentos de que la juventud tome conciencia, que comience a tomar en sus manos su propio destino. Es un movimiento sin ningún color político y sin particulares prejuicios religiosos. Viene de la toma de conciencia de la juventud árabe de su propia fuerza y vitalidad. Esta ha superado el elemento del “miedo”: miedo de la policía, de los servicios secretos, de la cárcel. Hoy podemos afirmar que el miedo ha cambiado de lado. Los Gobiernos temen a esta multitud de jóvenes, esta diversidad de opiniones y creencias que se están despertando. La Iglesia siempre ha predicado más democracia, más libertad y más dignidad para nuestro pueblo. En mi primer mensaje como Patriarca, declaré que había hecho lo posible para evitar decisiones unilaterales, sea en el plano político que en el religioso.

Por otra parte, tenemos que reconocer que hay siempre una incógnita respecto a este tipo de movimientos. Nadie sabe que sucederá a continuación. Esperemos que sea lo mejor para el bien común.

– ¿Cuál es el papel de los cristianos orientales y los de Tierra Santa?

Su Beatitud Twal: Los cristianos de Oriente Medio no deberían quedarse al margen de estos movimientos. Como dijimos en el Sínodo del pasado octubre, los cristianos deben sentirse al 100% ciudadanos, como sus compatriotas musulmanes. Deben participar en la vida de sus países, si estos movimientos son para el bien colectivo. No me gusta ver a los cristianos fuera de estos movimientos, porque este también es su país. No deben sentirse en un gueto aparte.

En cuanto a los cristianos de Tierra Santa, tenemos que recordar que aquí la situación política es extremadamente delicada y muy distinta de la presente en otros países. No existe una receta milagrosa. La situación de cada país es única. La Iglesia de Jerusalén tiene una misión particular y debe cooperar en la promoción de una paz justa y duradera a través de sus intervenciones, sus instituciones y sus escuelas. Actualmente está claro que Israel y los países vecinos debían entender el valor de las protestas generalizadas. Si las protestas de las multitudes de jóvenes han provocado tales movimientos en el interior de sus regímenes, todos los países, incluido Israel, deberían estar vigilantes. Nosotros mismos, la Iglesia Católica y los líderes religiosos, somo interpelados sobre el modo de guiarlos correctamente.

– ¿Qué se espera de los cristianos de Occidente?

Su Beatitud Twal: Durante el Sínodo, tratamos ampliamente la cuestión de que la Iglesia Occidental no debe considerar a la Iglesia de Oriente como tal. Es la misma Iglesia, frente a los mismos retos que surgen de los jóvenes, de las familias, de las vocaciones…

Los cristianos que provienen de Occidente no deben simplemente ayudar a nuestra Iglesia. Sino que deben considerarse parte interesada de esta Iglesia, que es su Madre Iglesia. Mejor, deberían sentirse responsables del futuro de los cristianos que viven en Tierra Santa. Sólo viniendo a vivir aquí, a Jerusalén, podrían dar “vitaminas” a sus raíces cristianas. Se trata de una ventaja recíproca sea en ámbito local que mundial. Jerusalén es la dimensión mundial que será suficiente para Tierra Santa.

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* Christophe Lafontaine es redactor de la web del Patriarcado Latino de Jerusalén, www.lpj.org

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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ZENIT Staff

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