El Premio para la Paz de Asís a una israelí y una palestina

Dos mujeres que con la educación promueven la reconciliación

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ASÍS, martes, 6 julio 2004 (ZENIT.org).- El Premio para la paz de Asís 2004 ha sido entregado este año por el padre Vicenzo Coli, custodio de la Basílica de San Francisco, a una palestina y una israelí, cuya amistad es símbolo de la deseada paz en Tierra Santa.

Angelica Edna Calò Livnè, educadora y periodista israelí, y Samar Sahar, palestina, directora de un orfanato, se encuentran también entre las candidatas al Premio Nobel de la Paz por la asociación «Mil mujeres para el Premio Nobel de la Paz 2005».

Samar Sahhar, cristiana, nació en Jerusalén Este y estudió dirección de empresas en la Universidad de Belén, y en Inglaterra. En 1995 participó en el «Colombus International Program» en Estados Unidos con un grupo de palestinos en misión de paz a Ohio.

Ha recibido varios reconocimientos por la contribución al diálogo entre los dos pueblos y ha dedicado su vida a trabajar con los niños, siguiendo las huellas de sus padres, fundadores de la «Jeel-Al-Amal home» de Betania, que se ha convertido en la institución más importante de ayuda a la infancia en Palestina.

Ha fundado también la «Lazarus Home For Girls», para ayudar a niñas huérfanas y a mujeres en dificultad y ha creado en Betania un horno de pan para permitir que mujeres israelíes y palestinas puedan trabajar juntas, haciendo el «pan de la paz».

Angelica Calò Livnè nacida en Roma, en 1955, en el seno de una familia judía, desde los veinte años de edad vive en Israel, en un Kibutz en la frontera con el Líbano. Casada y con cuatro hijos varones, ha sido maestra durante años en escuelas multiculturales, y en escuelas para muchachos marginados o expulsados del itinerario normal de estudios. Ha enseñado también en la Universidad, colaborando en proyectos orientados a que ancianos cuenten su historia a los jóvenes.

Se considera como una «educadora en la paz a través del arte» y por este motivo creó, en 2002, el Teatro del Arcoiris, compuesto por jóvenes judíos, árabes –cristianos, musulmanes–, y drusos, que con mímica y danza narran lo que le pasa por la mente a un adolescente que vive en un país en guerra.

Angelica Calò Livnè narra en declaraciones a Zenit, por ejemplo, el caso de una muchacha que en una ocasión «comenzó gritando un monólogo estremecedor en el que narraba su experiencia en las últimas «vacaciones» en Monbasa, Kenia, con sus padres y sus hermanos pequeños, cuando el maravilloso hotel en el que se encontraba, se convirtió en escenario de muerte y horror tras un atentado contra ciudadanos israelíes».

Para ilustrar su labor, cita a Zenit una carta escrita por Nemi, de 21 años: «Cuatro de mis mejores amigos han muerto en una atentado. Cuando lo supe no quise participar en el espectáculo. No creía en nada. No tenía ganas de nada. Pero tenía que reaccionar. Tenemos que seguir creyendo en algo. No podemos dejar de soñar».

Sharif Balut, un árabe cristiano de 21 años, escribe: «Vengo al Teatro del Arcoiris porque creo en la paz. Porque creo que se logrará vivir juntos, porque somos diferentes y a través de mis amigos conozco nuevos mundos. Espero este encuentro durante toda la semana porque hace que mi corazón sea más grande. ¡Bailar, reír, bromear y declamar junto a ellos me hace feliz!».

Tras leer éstos y otros testimonios, Angelica concluye: «Creo profundamente que nuestro trabajo es un mensaje de confianza en el futuro, una victoria del bien sobre el mal y sobre las tinieblas que siguen oscureciendo el mundo».

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ZENIT Staff

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