El presidente de Corea del Norte visita una iglesia católica en China

Una “peregrinación familiar” sin otras intenciones

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CIUDAD JILIN, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- De visita en China, el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-il, visitó una iglesia católica de Jilin, informa Eglises d’Asie (EDA), la agencia de las Misiones extranjeras de Paris.

Durante su viaje a China del 26 al 30 del pasado mes de agosto -el segundo de este año, tras un primer desplazamiento en mayo de 2010-, el jefe del Estado norcoreano visitó Jilin, en el noreste de la República Popular China, donde entró en una iglesia católica.

Además de los objetivos políticos evidentes, el viaje, rodeado de un gran secreto como es habitual, tomó el aspecto de una peregrinación familiar.

El líder de Corea del Norte iba acompañado de su tercer hijo, Kim Jong-un, considerado por muchos analistas como su probable sucesor.

Además, la delegación visitó diversos lugares en los que había vivido el padre del actual presidente, entre los años 1927 y 1930.

El 26 de agosto, en Ciudad Jilin, Kim Jong-il fue visto en una escuela en la que habría estudiado su padre y se detuvo para realizar una visita de cinco minutos a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.

Situado en la orilla norte del río Songhua (Sungari en coreano), el edificio, de estilo gótico, fue construido en 1919 y sirvió como catedral de la diócesis durante varias décadas.

Actualmente restaurado, y siempre consagrado al culto católico, entró en la lista de monumentos históricos de la provincia en 1999.

El 26 de agosto fue el párroco del lugar, el padre Nicholas Liu Wenhui, quien acogió al líder norcoreano para la visita relámpago a su iglesia.

Según fuentes locales, el dirigente se limitó a decir que su padre había visitado el lugar.

En Corea del Sur, donde los medios de comunicación han intentado seguir paso a paso el transcurso de la visita de Kim Jong-il a China, la visita del líder norcoreano a la iglesia de Jilin no ha dejado de suscitar comentarios e interrogantes.

Algunos han especulado sobre una posible flexibilización de la política del régimen comunista hacia las religiones en general y el catolicismo en particular.

En el diario Hankyoreh, pudo leerse que un oficial surcoreano pensó que la visita “podría constituir una especie de mensaje sobre las religiones, entre ellas el catolicismo”.

Sin embargo, en el seno de la Iglesia católica en Corea del Sur, el entusiasmo es notablemente menor.

“Parece que la visita forma parte del programa enmarcado en el desplazamiento a Jilin y eso no quiere decir que contenga un mensaje subliminal”, declaró el padre Kim Hun-il, del secretariado de la conferencia episcopal.

En el Comité por la reconciliación de Corea de la arquidiócesis de Seúl, el padre Park Chang-ho añadió: “Todo esto no se basa más que en suposiciones; esta visita a la iglesia se enmarca en una peregrinación ‘personal’”.

Corea del Norte ha sido calificada como el peor perseguidor de cristianos durante siete años consecutivos en la Lista de 2009 de Open Doors Watch.

Los norcoreanos son obligados a practicar un culto a la personalidad que incluye a Kim Jong-Il y a su difunto padre. Cualquier otra religión, en especial la cristiana, está prohibida.

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ZENIT Staff

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