El presidente del episcopado de Haití pide al gobierno que evite el «baño de sangre»

Ante el agravamiento de la situación, República Dominicana cierra la frontera

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PUERTO PRÍNCIPE, martes, 17 febrero 2004 (ZENIT.org).- Ante la violencia, que está degenerando en una «guerra civil» en Haití, el presidente del episcopado del país caribeño ha lanzado este martes un llamamiento apelando a la «conciencia de los gobernantes para que tomen la decisión más beneficiosa que ponga fin a esta situación».

Así lo hecho saber el arzobispo de Cabo Haitiano, monseñor Hubert Constant, a «Misna», sin hacer mención a una eventual salida del presidente Jean-Bertrand Aristide, contra quien hace semanas protesta la oposición democrática y la sociedad civil –con manifestaciones pacíficas— y grupos armados, éstos últimos alzados en algunas localidades de la nación.

«No compete a la Iglesia decir qué acciones deben emprenderse, pero es urgente hacer algo para detener la violencia», añade el prelado, según el cual «el baño de sangre ya ha empezado».

El llamamiento contiene una exhortación a todos los haitianos «a respetar la vida de todo ser humano, la integridad moral de las personas, el derecho de todos a la libertad, a la información verídica y al derecho constitucional de expresarse y de manifestarse de forma respetuosa y pacífica».

La Iglesia en Haití expresa además una fuerte preocupación por la situación humanitaria: «El sufrimiento de la población es intolerable, la inseguridad es omnipresente», denuncia el documento suscrito por el episcopado.

Frente al agravamiento de la crisis humanitaria, los prelados piden a las partes en conflicto «que liberen las vías públicas para permitir a las organizaciones humanitarias llevar ayuda a las personas heridas o en dificultad», y concluyen expresando su pesar a los familiares de las víctimas.

Más de medio centenar de muertos ha producido ya el alzamiento contra el presidente Jean-Bertrand Aristide en una nación con una población de 8,1 millones de habitantes –de los cuales el 75% vive por debajo del umbral de una pobreza extrema— marcada por la inestabilidad: en dos siglos de independencia ha pasado por una treintena de golpes de Estado.

Winter Etienne, líder del rebelde «Frente de Resistencia» contra el presidente haitiano, que se ha hecho con la ciudad de Gonaives, ha asegurado que el movimiento insurgente tomará pronto el norte y el centro de Haití. En efecto, ya ha logrado el control de la ciudad de Hinche –cerca de la frontera con República Dominicana–, y sus próximos objetivos son las ciudades de Saint-Marc (centro) y Cabo Haitiano (norte).

El empeoramiento de la situación ha llevado a las autoridades de Santo Domingo a cerrar la frontera. Por su parte, Aristide ha confirmado en una entrevista concedida el lunes a «The New York Times» que permanecerá en el cargo hasta el 7 de febrero del 2006, fecha del final de su mandato de cinco años.

Los rebeldes acusan al presidente de corrupción, manejos electorales y violaciones de los derechos humanos, mientras que la oposición democrática a Aristide rechaza el uso de las armas para derrocar el gobierno.

Reconociendo que la anarquía reina en la isla, monseñor Pierre Dumas –obispo auxiliar de Puerto Príncipe— recalcó en «Radio Vaticana» que los rebeldes del norte del país no actúan con la oposición democrática.

Francia, según ha declarado este lunes el ministro de exteriores francés Dominique de Villepin, está considerando el envío a Haití de una fuerza internacional de paz. En el norte del país ya empiezan a escasear los alimentos y se temen epidemias.

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ZENIT Staff

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