El primer candidato al sacerdocio en Corea del Norte desde 1945

En el país no queda ningún presbítero y no hay seminarios

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PYONGYANG, 22 mar 2001 (ZENIT.orgFIDES).- Julius es un laico católico de Corea del Norte de 45 años que ha conservado la fe durante los años del gobierno comunista. Es el primer católico de ese país que aspira abiertamente al sacerdocio desde 1945, año de la división de la península coreana que marcó el inicio de la persecución de los católicos del norte.

Por este motivo, Julius observa el celibato, estudia teología y es el punto de referencia para la comunidad católica de Pyongyang: un total de 800 fieles que no tiene sacerdote, pues el régimen ha prohibido toda ordenación. Dirige el encuentro de oración dominical en la iglesia de Changchung, en la capital, única iglesia católica de toda la Corea del Norte.

Ahora bien, los católicos, sin un sacerdote, no pueden celebrar la eucaristía: de ahí el deseo de Julius, fervoroso en el servicio a la comunidad de consagrarse a Dios.

Según datos de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur, en la República Popular Democrática de Corea hay cerca de 3.000 católicos. Algunos fueron bautizados antes de la guerra de Corea (1950-53), otros heredaron la fe de sus padres.

Después de un largo período de clandestinidad y persecución, la nueva primavera de la Iglesia del Norte comenzó en 1989, cuando el padre Paul Moon Kyuhyeun y la estudiante Susana Im Soo-kyong cruzaron en secreto la «cortina de bambú» y llegaron a Pyongyang. A su regreso a Seúl, los dos fueron condenados a tres años de cárcel.

Después de esa visita al Norte, la religión católica tuvo cierto reconocimiento, aunque para controlar el fenómeno el Gobierno creó la Asociación Católica de Corea del Norte.

Según informaciones recogidas por la agencia misionera de la Santa Sede Fides, los católicos coreanos del Norte viven la fe en el contexto familiar, rezando en casa. Representantes de la Asociación Católica visitan a las familias y enseñan el catecismo.

No se tienen noticias directas o indirectas de monseñor Francis Hong Yong-ho, obispo de Pyongyang en 1962 (quizá ya ha fallecido o esté recluido en algún campo de reeducación), ni de los cerca de 50 sacerdotes que se encontraban en el Norte en los años cuarenta. Hoy, si han sobrevivido, tendrían entre 80 y 90 años de edad.

De vez en cuando, sacerdotes y religiosos de Corea del Sur reciben permiso para celebrar la eucaristía en Pyongyang. La última celebración tenida en Pyongyang se remonta al 20 de noviembre del 2000, durante la visita de una delegación católica (7-14 de noviembre) formada por representantes de la Secretaría de Estado del Vaticano y de Caritas Internationalis. Monseñor Celestino Migliore, subsecretario vaticano para las relaciones con los Estados, celebró la eucaristía, a la que asistieron cerca de 200 fieles nordcoreanos.

Todos los católicos coreanos inscritos en la Asociación Católica de Corea del Norte llevaban prendida en el pecho la insignia del presidente Kim Jong-Il. Dos de ellos han traducido al coreano el texto del misal, recitado por el celebrante en inglés.

El vicepresidente de la Asociación, miembro del Partido comunista, habló en nombre de la comunidad, pero los fieles no fueron autorizados a dialogar en libertad con los huéspedes. Los líderes de la Asociación concuerdan en la necesidad de tener un sacerdote en Pyongyang para oficiar el culto católico, a condición de que sea «un sacerdote conforme a la necesidad de Corea del Norte», es decir, del gusto del régimen comunista.

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ZENIT Staff

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