El primer encuentro espacial de un papa impulsa la alianza fe-ciencia

En una conexión con la Estación Espacial promueve la paz y el respeto del ambiente

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 22 de mayo de 2011 (ZENIT.org).-  La conversación que mantuvo este sábado Benedicto XVI con los astronautas abordo de la Estación Espacial Internacional sirvió para ilustrar la necesidad de una alianza entre fe y ciencia al servicio de la paz.

Una paz, coincidieron tanto el papa como los miembros de la tripulación, que será promovida por un auténtico respeto del ambiente y sus recursos, gracias al progreso de la ciencia y a la responsabilidad que ofrece la fe en Dios Creador, que ha dado al hombre el “planeta azul”.

Fue un acontecimiento histórico, no sólo porque era la primera vez que un obispo de Roma interactuó, gracias a la conexión por satélite, con el espacio exterior, sino porque en esta ocasión, a diferencia de lo que siempre sucede, quien planteó las preguntas de la conversación fue el mismo pontífice.

El papa  se encontraba en la Sala Foconi del Palacio Apostólico Vaticano, mientras que en la Estación Espacial se agruparon ante una cámara dos tripulaciones, en el momento en que se pasaban el relevo.

En el encuentro, que tuvo lugar con motivo de la última misión de la nave espacial Endeavour, el Santo Padre podía ver a los astronautas en una pantalla de televisión, mientras que éstos sólo podían escuchar su voz por el canal audio.

La conversación se basó en cinco preguntas planteadas por el papa a los astronautas sobre fe, ciencia y ética, a las que intercaló referencias afectuosas a las vicisitudes familiares, en ocasiones dramáticas, de sus oyentes en el espacio exterior.

Manifestó, por ejemplo, su cercanía al astronauta estadounidense Mark Kelly, cuya esposa se recupera de una grave agresión; así como al italiano Paolo Nespoli, quien mientras estaba en órbita recibió la noticia del fallecimiento de su madre.

En su primera pregunta a los astronautas, Benedicto XVI preguntó: “Cuando contempláis la tierra desde arriba, ¿os habéis preguntado cómo viven aquí abajo las naciones y las personas o cómo la ciencia puede contribuir a la causa de la paz?”.

Mark Kelly respondió que desde el espacio no se ven las fronteras entre los países, que en muchas ocasiones han sido motivo de violencia, y que la dimensión científica que tiene la misión espacial podría ser una contribución a la paz.

“En la tierra la gente se pelea por la energía; en el espacio utilizamos la energía solar y en la estación espacial tenemos pilas de combustible –dijo el astronauta–. La ciencia y la tecnología que hemos aplicado en la estación espacial para desarrollar la energía solar nos da prácticamente una cantidad ilimitada de energía. Y si algunas de estas tecnologías pudieran adaptarse más a la Tierra, quizá podríamos reducir en algo esa violencia”.

El papa subrayó “la responsabilidad que todos tenemos ante el futuro de nuestro planeta”,  recordando “los serios riesgos que afronta el ambiente y la supervivencia de las futuras generaciones. Los científicos nos dicen que debemos tener cuidado y que desde el punto de vista ético tenemos que educar nuestras conciencias”.

El astronauta Ron Garan de Estados Unidos constató “cómo es inenarrablemente bello el planeta que se nos ha dado” y al mismo tiempo “lo frágil que es”.

El papa preguntó a los astronautas si desde el espacio han meditado en estas verdades y si han dirigido su oración a Dios. Respondió Roberto Vittori, astronauta italiano, asegurando que al ver la belleza de la tierra “sí, rezo: rezo por mí, por nuestras familias, por nuestro futuro”.

El astronauta había recibido antes de partir para el espacio una medalla de Benedicto XVI, en la que se representa la creación de Miguel Ángel (una reproducción del fresco de la Capilla Sixtina) y explicó al obispo de Roma que acostumbra a dejarla flotando en la estación orbital. El astronauta Nespoli  devolverá esta medalla  al papa, tras su estancia en el espacio.

Es posible leer la transcripción de la conversación entre el papa y los astronautas en: http://www.zenit.org/article-39343?l=spanish  

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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