“El que conoce a Jesucristo es prudente en la carretera”

Explican los obispos españoles citando un documento vaticano

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MADRID, martes 17 de junio de 2008 (ZENIT.orgVeritas).- Ante la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, que se celebrará el 6 de julio, los obispos de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, se hacen eco en su Mensaje para esta ocasión, de un reciente Documento Pontificio sobre Pastoral de la Carretera, cuya lectura recomiendan.

Bajo el lema «La vida, el mejor punto», los obispos reproducen lo que el Documento afirma sobre el automovilista cristiano: «El que conoce a Jesucristo es prudente en la carretera. No piensa sólo en sí mismo, y no está siempre apremiado por la prisa en llegar» y consideran que la conducción -como el resto de actividades humanas- «es un campo adecuado para cultivar las virtudes» de
la caridad, la prudencia, la justicia y la esperanza.

Asimismo, explican que el Documento pontificio describe aspectos antropológicos y morales de la conducción. Sobre los primeros, el texto tiene en cuenta que «el automóvil tiende a mostrar al ser humano tal como es en su forma «primitiva», y eso puede ser muy poco agradable» y apela en este sentido «al sentido de responsabilidad y al control de sí mismos, para impedir esas manifestaciones de regresión psicológica».

Sobre el aspecto moral, el Documento «expone algunas cualidades que debe tener un buen conductor: dominio de sí mismo, prudencia, cortesía, espíritu de servicio, conocimiento de la normativa vigente, ayuda desinteresada a cuantos la necesitan».

En este contexto, se defiende la necesidad de «una pedagogía a favor de la cultura de la vida (en defensa del mandamiento «No matarás») y también el respeto a las normas penales establecidas por las autoridades públicas para salvaguardar los derechos y evitar los daños causados por los accidentes».

Las Orientaciones del Pontificio Consejo ofrecen datos impresionantes: «35 millones aproximadamente los fallecidos en el siglo XX por accidentes de tráfico en todo el mundo; más de 1 millón doscientos mil, solamente en el año 2001; cerca de 1.500 millones de heridos en el mundo a lo largo del siglo pasado, con sus graves consecuencias de discapacidad, curaciones lentas, carga familiar y social, daños a bienes materiales».

Finalmente, los obispos de la Comisión Episcopal afirman que si bien «la misión profética de la Iglesia es la denuncia de los peligros derivados del tráfico, así como de las causas de los accidentes (condiciones del asfalto, circunstancias ambientales, problemas de orden mecánico…), y, muy especialmente, las derivadas del factor humano (negligencias, ligerezas graves y gratuitas, arrogancia…)», la denuncia «no basta», son que hay que «promover una adecuada educación de los conductores, viajeros y peatones», prestando especial atención a «la educación vial del niño», según recomiendan las orientaciones pontificias.

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ZENIT Staff

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