El recuerdo del padre Santoro conmociona al Papa y a los jóvenes romanos

La hermana del sacerdote asesinado en Turquía testimonia el perdón de la familia

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 7 abril 2006 (ZENIT.org).- A los dos meses de su asesinato, el testimonio del padre Santoro se hizo vivo en las palabras que su hermana pronunció ante Benedicto XVI y decenas de miles de jóvenes el jueves en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.

Fue el punto de encuentro del Papa con los jóvenes de la diócesis de Roma y del Lazio, una convocatoria en preparación de la XXI Jornada Mundial de la Juventud que, el Domingo de Ramos, se celebra a nivel diocesano en todo el mundo bajo lema «Lámpara para mis pasos es tu palabra, luz en mi camino» (Sal 118, 105).

En el curso del diálogo que mantuvieron los jóvenes con el Papa, se pudo oír también el testimonio de la hermana del sacerdote de la diócesis de Roma, el padre Andrea Santoro, asesinado [presuntamente] por un joven extremista musulmán en la diócesis turca de Trabzon, donde aquél desarrollaba su labor pastoral como párroco en la iglesia de Santa María.

Maddalena Santoro repitió ante todos, en la Plaza de San Pedro, las palabras de su hermano: «Yo me siento sacerdote para todos–. Dios ama a los musulmanes, a los judíos, a los cristianos».

En el encuentro del Santo Padre con la juventud estaba también presente la madre del sacerdote italiano, María, y otra de sus hermanas, Imelda.

El diario italiano «Avvenire» en su edición del viernes no duda en afirmar que, mientras la hermana del sacerdote asesinado daba su testimonio, la Plaza «vibra, tan silenciosa que un poco más y se podrían oír los corazones que laten. La emoción anuda la garganta cuando Benedicto XVI abraza y acaricia a Maddalena y María, la anciana madre de don Andrea».

El padre Santoro «amó la Palabra de Dios más que nada –recordó su hermana Maddalena–, y a través de la Palabra procuró conformar su vida a Cristo y recorrer sus caminos».

«El perdón hacia quien asesinó a don Andrea, que ha brotado del corazón de nuestra madre y de todos nosotros, nace también de la meditación y asimilación de la Palabra de Dios», manifestó.

«Que este perdón, unido al sacrificio de don Andrea, contribuya a la unidad de las confesiones cristianas y al crecimiento del diálogo entre las distintas religiones de Oriente Medio», concluyó.

Cinco días después del asesinato del padre Santoro, el testimonio de perdón de su madre resonó en la Basílica de San Juan de Letrán de labios del cardenal Camillo Ruini, vicario del Papa para la diócesis.

Fue durante las exequias del sacerdote, el pasado 10 de febrero, cuando el purpurado –«convencido de que en el sacrificio de Don Andrea se dan todos los elementos constitutivos del martirio cristiano»– anunció la apertura de su proceso de beatificación y relató el testimonio de su madre, palabras acogidas entre fuertes aplausos de miles de fieles allí presentes.

Con voz quebrada, el purpurado italiano concluía su homilía «recordando con emoción las palabras pronunciadas por su madre, Maria Polselli, viuda de Santoro: “La madre de Don Andrea perdona de todo corazón a la persona que se armó para matar a su hijo y experimenta una gran pena por él, porque también es un hijo del único Dios, que es amor”».

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ZENIT Staff

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