El responsable vaticano para la Cultura analiza el nuevo interés por la Biblia

Entrevista al arzobispo Ravasi, en vísperas del Sínodo de la Palabra

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 30 septiembre 2008 (ZENIT.org).- El arzobispo Gianfranco Ravasi, máximo exponente vaticano para la Cultura, ha constatado un nuevo interés por las Sagradas Escrituras, así como el deseo de apoyar su estudio y análisis.

Lo atestigua una reciente investigación sobre el conocimiento de la Biblia por los fieles y el proyecto que, en la televisión italiana RAI (http://www.labibbiagiornoenotte.rai.it), prevé la lectura de textos bíblicos, del 5 al 11 de octubre, por parte de una serie de lectores, que será iniciada y clausurada por Benedicto XVI. La iniciativa surge con motivo de la inauguración del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra, el 5 de octubre.

El resto de los siete días intervendrán exponentes de las comunidades que basan su religión en el Antiguo Testamento, como el rabino jefe de la Comunidad Judía. Los fieles podrán intervenir inscribiéndose por internet.

De todo ello, Zenit ha hablado con monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura y de la Comisión Pontificia de los Bienes Culturales, que ha explicado el proyecto y comentado los resultados del análisis.

–Hace poco, fue presentada en el Vaticano una investigación social sobre la Biblia y su conocimiento. ¿Puede decirnos cuáles han sido las motivaciones y los objetivos?

–Monseñor Ravasi: Esta investigación fue efectuada por la Federación Bíblica Católica Internacional, que es una institución independiente que tiene conexiones con el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.

Es una investigación realizada sobre todo en conexión con el Sínodo de los Obispos que este año se dedica precisamente a la Biblia.

La investigación pretendía también indagar la situación actual, pasados más de 40 años del Concilio Vaticano II, que marcó una especie de renovación en el uso de la Biblia por parte de los católicos y la Iglesia Católica.

La Biblia era ciertamente conocida con anterioridad, sobre todo mediante la liturgia, la catequesis, pero no de una manera tan sistemática y continua como se dio después, sobre todo tras aquél documento fundamental que fue la Dei Verbum, el texto sobre la divina revelación del Concilio Vaticano II.

Este es por tanto el fin principal, lograr de algún modo hacer una prueba sobre la sensibilidad hacia la Biblia de las comunidades eclesiales de nueve países, a los que se añadirán dentro de poco otros cuatro, para poder tener una visión articulada y completa de la relación entre la Palabra de Dios y las comunidades.

–¿Cuáles han sido los resultados de la investigación?

–Monseñor Ravasi: Tengo que decir que los resultados han sido muy articulados, precisamente porque el esquema y la estructura de la investigación fueron muy cuidados, entrando incluso en aspectos inéditos, y la muestra era muy amplia.

Podemos verdaderamente decir que son resultados interesantes y con fundamento, naturalmente con todos los límites que tienen estos resultados.

Se podrían hacer al menos dos consideraciones basándose en este conjunto enorme de datos.

La primera es que, indudablemente, en algunos países hay todavía una distancia notable del texto sagrado, la Biblia, respecto a otros.

Por poner un ejemplo de un modelo de esta investigación que puede ser significativo, está la pregunta sobre la lectura de una página bíblica durante el último año.

En Estados Unidos, el 73% de la población ha leído un texto bíblico en el último año. Lo que quiere decir casi la totalidad de todos aquellos que tienen hábito de lectura. Por otra parte, si vemos Italia, encontramos que sólo una cuarta parte de los lectores han abierto una página bíblica en el último año.

Este es un ejemplo. Las respuestas son, como se ve, muy variadas y en algunos países el camino que hay que hacer es muy largo.

Curiosamente, uno de los países últimos en absoluto, que sorprende porque es un país católico de grandes tradiciones, pero que probablemente marca una especie de hiato con su pasado, es España, que resulta casi siempre la última en este estudio.

La segunda consideración es que sin embargo hay indudablemente en muchos el deseo de volver a este texto, sobre todo considerándolo no sólo, como es obvio para el creyente, norma de vida, lámpara para los pasos en el camino de la vida (para usar una frase de la misma Biblia), sino incluso como gran texto de la cultura; aquél que se suele decir «el Gran Código», usando esta expresión de un poeta y pintor inglés, William Blake, que fue recuperada por el gran crítico canadiense Norton Frye, que la convirtió en título de un ensayo suyo muy importante. Gran Código porque era el punto de referencia de la cultura.

Y aquí quiero citar un elemento muy significativo: en Italia, un número notable de personas, el 63%, exige que en la escuela se introduzca la lectura de la Biblia.

–El 1 de octubre se presentará un proyecto de lectura en televisión de la Biblia. ¿Puede hablarnos de ello?

–Monseñor Ravasi: Ha sido un proyecto concebido sobre todo por la RAI (canal público de la televisión italiana, ndr.), que ha querido, con motivo del Sínodo de los Obispos, proponer en manera integral todas las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento.

Abrirá esta lectura, que durará una semana, día y noche, el Papa mismo, que leerá en directo la primera página de la Biblia y de las Escrituras judías y cristianas, es decir el primer capítulo del Génesis.

Este texto será luego leído en hebreo por el rabino jefe de Roma, para tener también el testimonio de la comunidad centrada en las Escrituras del Antiguo Testamento.

Luego, habrá voces de las diversas confesiones cristianas y después todos aquellos que considerando significativo su deseo de proclamar este texto lo leerán.

Naturalmente, serán pasajes ya definidos, los lectores se inscribirán por vía informática y se empezará este largo itinerario que tiene sobre todo este fin: tratar de proponer la Palabra.

Una palabra que resuene solemnemente en medio de los muchos charloteos que la misma televisión ofrece y en los que está sumergido el mundo, hasta convertirse en una especie de zumbido, ruido de fondo de la civilización contemporánea.

Éstas en cambio son palabras que, de algún modo, hieren y atraviesan la costumbre, introducen mensajes y por ello es significativo que la Palabra se lea en esta forma conjunta, de modo tal que no se conciba sólo como un elemento religioso sino como un verdadero testimonio cultural, de civilización, de humanidad.

Tan es así que si un no creyente, un ateo, un agnóstico o incluso un musulmán o perteneciente a otra religión desea proclamar esta palabra, no se excluye su participación.

Lo importante es que esté inscrito a esta larga voz sin interrupción que propone la Palabra de Dios para los creyentes, el gran texto de la cultura y de la civilización occidental para todos.

Por Paolo Centofanti, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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