El reto de la evangelización, redescubrir la nostalgia de Dios; según el Papa

En una carta dirigida al «Meeting por la amistad entre los pueblos»

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CIUDAD DEL VATICANO, 24 agosto 2003 (ZENIT.org).- El desafío de la nueva evangelización consiste en hacer que el hombre, «distraído» por miles de relaciones o por el pecado, redescubra la «nostalgia» del amor de Dios, considera Juan Pablo II.

Así lo explica en el mensaje que ha enviado al «Meeting por la amistad entre los pueblos» que organiza el movimiento Comunión y Liberación del 24 al 30 de agosto.

En el encuentro que ofrece 130 encuentros, 29 espectáculos, 17 exposiciones, y 10 competiciones deportivas en la ciudad italiana costera de Rímini, participarán unas 600.000 personas. Intervendrán representantes del mundo de la política, de la economía, de la cultura, del espectáculo.

Entre los hombres de Iglesia invitados, se encuentran el arzobispo Diarmuid Martin, arzobispo coadjutor de Dublín que hasta ahora era observador permanente del Vaticano ante la sede de la ONU en Ginebra; monseñor Terrence Prendergast, arzobispo de Halifax (Canada); el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena; y el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima.

El Papa dedica su misiva, enviada por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, a comentar la pregunta central del Meeting, tomada del Salmo 33, «¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?».

«El hombre transcurre largos momentos de su existencia de manera casi insensible al reclamo de la auténtica felicidad, reclamo que sin embargo alberga en su conciencia; está como «distraído» por las múltiples relaciones con la realidad y su oído interior parece que ya no sabe reaccionar», comienza constatando el Santo Padre.

«Dios se hace presente, interpela al hombre replegado en sí mismo, obnubilado por su misma iniquidad, trata de atraer repetidamente su atención –aclara–. La insistencia de Dios, que se manifiesta con amor a un hijo cuya vida va a la deriva, constituye un misterio conmovedor de misericordia y generosidad».

«El mundo que la humanidad ha construido, particularmente en los últimos siglos, tiende con frecuencia a obscurecer en las personas el deseo natura de felicidad, aumentando la «distracción» en la que corren el riesgo de caer por su intrínseca debilidad», añade.

«La sociedad actual privilegia un tipo de deseo capaz de ser controlado según las leyes psicológicas y sociológicas, y por tanto, capaz de ser utilizado con frecuencia para el provecho o la creación de consenso».

De este modo, explica, «una pluralidad de deseos ha sustituido al anhelo que Dios ha puesto en la persona como aguijón para que lo busque y encuentre en él plena realización y paz. Los deseos parciales, orientados con poderosos medios capaces de influenciar las conciencias, se conviertan en fuerzas centrífugas, que llevan al ser humano cada vez más lejos de sí mismo y le dejan insatisfecho y, en ocasiones, incluso violento».

«La criatura humana, animada por este deseo de realización infinita, no puede ser reducida nunca a un simple medio para alcanzar cualquier interés –denuncia el Papa–. La huella divina, que en ella toma la forma de nostalgia por la felicidad, hace que por su propia naturaleza no deba ser instrumentalizada».

«El malestar ante la pregunta del Salmo 33 nace por tanto por el hecho de que el hombre no encuentra con frecuencia la fuerza para decir: «¡Yo! Yo soy un hombre que quiere la vida y desea días felices»».

«El tema del Meeting –según el obispo de Roma– recuerda la necesidad de un rescate: debe recuperar la energía y el valor de ponerse ante Dios para responder al «heme aquí» del Señor, diciendo, aunque sea con voz débil, eco de ese mismo reclamo, «Heme aquí, yo también estoy aquí. Te invoco, ahora que me has vuelto a encontrar»».

«Esta respuesta al Dios que grita hasta vencer nuestra sordera describe la toma de conciencia, llena de conmoción, a la que llega la persona en el centro mismo de su propia intimidad –aclara–. Tiene lugar precisamente en el momento en el que el reclamo de Dios logra romper las nubes que envolvían la conciencia. Sólo esta respuesta, «Heme aquí», restituye al hombre su verdadero rostro, y representa su inicio de rescate».

Para alcanzar este objetivo «la persona debe ser apoyada por una adecuada formación», concluye el Papa. «La educación, por tanto, no se dirige nunca a la masa, sino a la persona particular, en su fisonomía única e irrepetible. Esto presupone un amor sincero por la libertad del hombre y un compromiso incansable en su defensa».

Comunión y Liberación, organizador del Meeting, es un movimiento eclesial fundado por el sacerdote italiano monseñor Luigi Giussani cuya finalidad es la educación cristiana madura de sus propios seguidores y la colaboración con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea. En la actualidad está presente en cerca de setenta países en todos los continentes.

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ZENIT Staff

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