El reto de la Iglesia en Latinoamérica, según el Papa: ser misionera

Consignas a los obispos de Perú 2 años después de la Conferencia de Aparecida

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 18 mayo 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que, si la Iglesia en América Latina se convierte en una Iglesia misionera –como buscaba la quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Aparecida–, superará sus problemas.

Así lo explicó al recibir este lunes a los obispos de la Conferencia Episcopal de Perú con motivo de la visita «ad Limina Apostolorum» al Santo Padre y a sus colaboradores en la Curia Romana.

El obispo de Roma reconoció que los obispos de Perú ya están aplicando en sus programas pastorales «el impulso misionero» que surgió de la cumbre episcopal celebrada en el santuario brasileño, del 13 al 31 de mayo de 2007, y especialmente la «Misión continental».

El objetivo, señaló el Santo Padre, debe ser que «cada fiel aspire a la santidad tratando personalmente con el Señor Jesús, amándolo con perseverancia y conformando la propia vida con los criterios evangélicos, de modo que se creen comunidades eclesiales de intensa vida cristiana».

Como explicó el pontífice, «una Iglesia en misión relativiza sus problemas internos y mira con esperanza e ilusión al porvenir».

Por eso, señaló, «se trata de relanzar el espíritu misionero, no por temor al futuro, sino porque la Iglesia es una realidad dinámica y el verdadero discípulo de Jesucristo goza transmitiendo gratuitamente a otros su divina Palabra y compartiendo con ellos el amor que brota de su costado abierto en la cruz».

«Cuando la belleza y la verdad de Cristo conquistan nuestros corazones, experimentamos la alegría de ser sus discípulos y asumimos de modo convencido la misión de proclamar su mensaje redentor», aclaró.

Por este motivo, el Papa exhortó a los obispos de Perú «a convocar a todas las fuerzas vivas de vuestras diócesis, para que caminen desde Cristo irradiando siempre la luz de su rostro, en particular a los hermanos que, tal vez por sentirse poco valorados o no suficientemente atendidos en sus necesidades espirituales y materiales, buscan en otras experiencias religiosas respuestas a sus inquietudes».

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ZENIT Staff

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