El robo a turistas, el delito más frecuente en la Ciudad del Vaticano

Por primera vez, se hace un balance público de la justicia en el pequeño Estado

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CIUDAD DEL VATICANO, 8 enero 2003 (ZENIT.org).- Si bien el Estado de la Ciudad del Vaticano es sumamente tranquilo, los procesos penales son demasiado largos, constató este miércoles Nicola Picardi, promotor de justicia del pequeñísimo Estado, con funciones parecidas a las de un fiscal general.

Picardi hizo un balance de la administración de la justicia penal en el Vaticano al inaugurarse por primera vez de manera solemne el Año Judicial. La ceremonia fue precedida por una misa celebrada por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano.

La Ciudad del Vaticano, como cualquier otro Estado, cuenta con tribunales civiles y penales que deben juzgar posibles delitos acaecidos en sus fronteras, ocasionados ya sea por sus residentes ya sea por las personas que pasan esporádicamente por su territorio.

Según reveló en su relación Picardi, en el año 2002 se verificaron en el Vaticano 397 procesos civiles y 608 penales. En su mayoría, se trata de robos (en particular entre los visitantes de los Museos Vaticanos o en otros lugares visitados por turistas), estafas o casos de insultos a funcionarios públicos.

Picardi, quien tuvo que ocuparse del proceso por el caso de homicidio-suicidio en el que resultaron involucrados el capitán de los guardias suizos, Alois Estermann y el soldado Cedric Tornay, constató con satisfacción que en el último año no hubo crímenes en el Vaticano.

El desafío que debe afrontar la Justicia del Estado vaticano, según Picardi, es la duración de los procesos penales, que «corresponde a la registrada con frecuencia en los tribunales italianos». La duración oscila entre 310 y 200 días. Esta duración, según el promotor de justicia, «no es razonable».

Según Picardi, la Justicia de la Ciudad del Vaticano es «un cuerpo sano y vigoroso» que en sus 73 años de existencia ha sabido garantizar «la administración independiente de la justicia» dentro del Estado pontificio.

El Estado de la Ciudad del Vaticano no cuenta con cárcel. En caso de que alguien sea condenado, debe ser encerrado en una cárcel italiana. En esa ese caso, el Vaticano debe pagar al Estado italiano por este «servicio», algo que sucede en rarísimas ocasiones.

En el Estado de la Ciudad del Vaticano viven 455 personas, entre residentes y ciudadanos. Los peregrinos y turistas que entran en sus fronteras anualmente son varios millones.

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ZENIT Staff

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