El Papa en Azerbaiyán @Servizio Fotografico - L'Osservatore Romano

El Santo Padre asegura que tras la persecución en Azerbaiyán la fe "ha realizado maravillas"

En el ángelus, el papa Francisco anima a la pequeña comunidad católica de Azerbaiyán a «testimoniar con alegría la fe, la esperanza y la caridad»

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(ZENIT – Roma).- El papa Francisco ha recordado a los muchos cristianos valientes que han tenido confianza en el Señor y han sido fieles en la adversidad. Lo ha hecho al introducir la oración del ángelus, al finalizar la misa celebrada en Kabú, capital de Azerbaiyán, donde ha aterrizado esta mañana.
De este modo, el Santo Padre ha indicado que en la celebración eucarística ha dado “gracias a Dios con vosotros, pero también con vosotros”. Y ha afirmado que en este lugar, la fe, después de los años de la persecución, ha realizado maravillas.
El Pontífice ha dirigido un saludo cordial a los fieles de Azerbaiyán, “animando a cada uno a testimoniar con alegría la fe, la esperanza y la caridad, unidos entre vosotros y con vuestros pastores”.
Además, ha dado las gracias de forma particular a la familia salesiana –que gestiona la iglesia donde se ha celebrado la misa– que cuida de este pueblo y promueve varias obras de caridad. Del mismo modo ha saludado a las hermanas Misioneras de la Caridad y las ha invitado a seguir con entusiasmo su obra de servicio a todos.
Al finalizar la oración mariana, Francisco ha improvisado algunas palabras dirigidas a la pequeña comunidad católica de este país. “Alguno puede pensar que el Papa pierde mucho tiempo: hacer tantos kilómetro de viaje para visitar una pequeña comunidad de 700 personas, en un país de 2 millones”, ha observado. Incluso –ha precisado el Papa– una comunidad no uniforme, porque entre vosotros se habla azerí, italiano, inglés, español… Es una comunidad de periferia.
Pero “el Papa, en esto, imita al Espíritu Santo: también Él bajó del cielo en una pequeña comunidad de periferia cerrada en el Cenáculo». Y esa comunidad, ha indicado el Santo Padre, con miedo, se sentía pobre y perseguida quizá o dejada de lado: le da la valentía, la fuerza, la parresía para ir adelante y proclamar el nombre de Jesús.
Asimismo, ha explicado que las puertas de esa comunidad de Jerusalén, que estaban cerradas por el miedo o la vergüenza, se abrieron y salió la fuerza del Espíritu. De este modo ha asegurado que “el Papa ‘pierde tiempo’ como lo ha perdido el Espíritu Santo en ese tiempo. Finalmente les ha pedido que no se olviden de la Madre y de la caridad, el amor fraterno que el Espíritu Santo derramó sobre ellos.
 

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ZENIT Staff

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