El Señor de los Milagros de Chile, el Cristo de los migrantes

La procesión en Santiago congregó a alrededor de ocho mil personas

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SANTIAGO DE CHILE, jueves, 16 octubre 2008 (ZENIT.org).- Con la presencia del obispo de Tacna-Moquegua Marco Antonio Cortez, autoridades, diplomáticos y miles de devotos, el cardenal Francisco Javier Errázuriz celebró una Eucaristía que dio inicio a la procesión del Señor de los Milagros.

 

El cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago –según informa a Zenit el Instituto Católico Chieno de Migración (Incami)–, presidió el 12 de octubre la Eucaristía con que miles de fieles, peruanos y chilenos, celebraron la devoción del Señor de los Milagros en la catedral metropolitana.

 

La Misa fue concelebrada por el obispo Cortez; el párroco de la Iglesia Latinoamericana Isaldo Bettin y el vicepresidente del Incami Algacir Munhak.

 

Entre los asistentes estaban el ministro secretario general de la Presidencia, José Antonio Viera Gall; el embajador de Perú en Chile, Hugo Otero, el cónsul peruano y también el embajador de Colombia.

 

La principal iglesia capitalina se llenó de fieles que llevaban la imagen del Señor de los Milagros o que usaban alguna prenda morada en señal de devoción a Cristo sufriente representado en la centenaria imagen peruana.

 

“Con mucha alegría celebramos esta Eucaristía que da inicio a la procesión del Señor de los Milagros”, dijo el cardenal y añadió: “Este año los estuve recordando en el mismo santuario, en Lima, así como en otras oportunidades en la catedral, ante Santa Rosa de Lima y en tantos lugares que son tan queridos por ustedes”. Subrayó que la presencia delicada y profundamente religiosa de los peruanos en Chile es ciertamente un aporte para nuestro país.

 

Durante la homilía, el obispo de Tacna destacó que en esta celebración no son válidas las fronteras. Explicó que cada devoto “reconoce al Señor de los Milagros como al Hijo de Dios, Hijo de María, Nuestro Redentor y Salvador” y que la procesión es un grito de reconocimiento a Jesús.

 

Cada mes de octubre, desde distintos lugares dentro y fuera de Perú, se realizan celebraciones que manifiestan la cercanía del Señor con su pueblo: “Dios, que se ha hecho presente en medio de nosotros, se une a su pueblo”, indicó el prelado chileno.

 

Luego se preguntó: “¿Por qué abarrotamos la sede del arzobispo? Para responder: “Porque esa fe brota de la cruz. En el centro de ese entusiasmo están estas realidades. Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo no para condenar al mundo, sino para salvarlo. He ahí la prueba fehaciente de ese testimonio de Dios”.

 

Finalmente, pidió al Señor que acompañara y protegiera a los peruanos residentes en Chile y agradeció a las autoridades chilenas la segunda etapa de regularización definitiva de los inmigrantes ilegales.

 

El padre Isaldo Bettin destacó el aporte de la migración: “Es una riqueza que aporta a todos los países sea por la fe, sea por los aportes culturales y religiosos, sea por el aporte económico. Por distintas formas la migración es siempre una riqueza y la celebración de hoy muestra que la fe une y reúne a los pueblos de Chile y Perú”, como también lo señala el documento de la V Conferencia Episcopal de Aparecida.

El embajador Hugo Otero aprovechó la oportunidad para agradecer la fe de chilenos y peruanos. “Todos somos hermanos ante la imagen del Señor de los Milagros –sostuvo el diplomático–, la procesión que lo acompaña en Santiago es cada vez más masiva y fervorosa. Se siente la misma emoción que en el Perú donde millones de personas siguen su paso”. Explicó que la imagen es patrona de los migrantes y que es símbolo de integración entre los miembros de ambas naciones.

Más de cinco horas duró la procesión que se estima congregó a alrededor de ocho mil personas. Sin importar cansancio ni calor, los devotos llevaron en andas la venerada imagen, desde la puerta de la catedral metropolitana hasta la parroquia Latinoamericana Nuestra Señora de Pompeya. Allí le despidieron con pañuelos, aplausos y ritmos de marinera y huayno. En el camino, se detuvieron en estaciones preparadas por distintas agrupaciones y comunidades.

 

“Ha sido muy emocionante, no creía que participaba tanta gente. La religiosidad popular es en Latinoamérica un gran aporte a los pueblos porque no es aislada de la realidad, está integrada en la vida de la gente y aquí lo vemos”, señaló el obispo Cortez, quien por primera vez participó de la fiesta en Santiago.

 

Comentó además con alegría que esta costumbre está sumando más adeptos, lo que une a los pueblos comentando que “esta tradición está cayendo con mucho agrado también entre los chilenos y personas de otros países” y subrayando que la fe es un gran factor de unidad de pueblos: “Ha unido a personas que hemos nacido en distintos países: un solo corazón y una sola alma”.

Como en Santiago, esta antigua devoción de origen peruana está creciendo en el resto del país. Tradicionalmente se celebra el último domingo de octubre pero este año debido a las elecciones municipales han variado las fechas. En la diócesis de Arica, se celebra el 17 de octubre. En Valparaíso y Antofagasta, el 19. En Iquique, el 22.

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ZENIT Staff

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