El ser humano está por encima de las estructuras sociales, recuerda Benedicto XVI

Al recibir al embajador de la República de Timor Oriental

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 22 mayo 2007 (ZENIT.org).- «En cuanto ser espiritual, el hombre es el valor fundamental y vale más que todas las estructuras sociales en las que participa», afirmó este lunes Benedicto XVI al recibir en audiencia a Justino Maria Aparício Guterres, embajador de la República Democrática de Timor Oriental, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

El Papa recordó que las relaciones entre el pueblo timorés y la Santa Sede «vienen de lejos, pero dieron un salto cualitativo asumiendo la forma de relaciones diplomáticas el 20 de mayo de 2002», día del nacimiento del estado de Timor Oriental.

«A través de la promoción integral de las personas, los países se ayudan a desarrollarse, a ser autores de su progreso y partícipes de la vida internacional, y a afrontar el futuro con confianza», dijo el pontífice en su discurso en portugués.

Recordando la reciente elección como presidente de la República de José Ramos Horta, que ha sustituido a Kay Rala Xanana Gusmão, el Papa subrayó que la enorme afluencia a las urnas «ha demostrado la gran madurez cívica del pueblo timorés, pero también la esperanza que este deposita en el proceso de construcción de un estado de derecho democrático».

«A los nuevos representantes y servidores de este pueblo, que ya ha sufrido demasiado, pido que no desilusionen a esta esperanza, sino que se empeñen en una progresiva democratización de la sociedad, tratando de aumentar la participación de todos los grupos a un orden de la vida pública que sea representativo y jurídicamente tutelado», añadió.

El pontífice recordó que «el mundo ha asistido, incrédulo y preocupado, a la grave crisis generada por la desesperación de algunos y la impaciencia de otros, que ha perturbado el último bienio de la vida nacional de Timor Oriental, haciendo reaparecer en el alma colectiva los fantasmas del pasado bajo forma de miedo, sospecha y división».

«Que el recuerdo de aquellos trágicos días haga al Gobierno y a la oposición especialmente solícitos al emprender la vía del diálogo y de la colaboración, evitando la tentación de abandonarse al enfrentamiento con el adversario político, no sólo porque es moralmente inaceptable, sino también porque esta actitud se revela siempre perjudicial para la consolidación de una correcta dialéctica democrática y para el desarrollo integral de todos los ciudadanos del país», deseó.

«La tarea que hoy se presenta a los responsables de la vida política, social y económica de Timor Oriental es ardua y no carece de obstáculos –prosiguió Benedicto XVI–. No faltan incomprensiones internas y externas; no se dispone de todos los recursos necesarios para responder a las numerosas necesidades de alojamiento, salud, educación, empleo; ni todos están dispuestos a prescindir de intereses personales o de partido».

Frente a esta situación, el Papa apeló «a la fe cristiana», que hoy es «signo y gloria del 98% de la población timorense, bien consciente de haber encontrado en la Iglesia, con sus pastores en primera línea, una instancia inspiradora y promotora de una cultura de solidaridad y convivencia pacífica en la justicia».

A la Iglesia, recordó, corresponde no tanto «proponer programas operativos concretos», cuanto «iluminar mejor la conciencia moral de los responsables políticos, económicos y financieros», y por este motivo «subraya el principio de la solidaridad como base de una verdadera economía de comunión y participación de los bienes, en el orden tanto internacional como nacional».

Esta solidaridad «exige que se dividan, de modo equitativo, los esfuerzos para resolver los problemas del subdesarrollo y los sacrificios necesarios para superar las crisis económicas y políticas, teniendo en cuenta las necesidades de las poblaciones más indefensas», además de manifestarse como «una comunión de servicios y un intercambio de conocimiento».

«Es necesario animar a los países que salen de periodos difíciles y favorecer instituciones democráticas estables con una asistencia técnica y una formación apropiada», para «valorizar las propias riquezas para el bien de todos los habitantes y asegurar a las poblaciones una digna educación moral, cívica e intelectual», dijo el Papa.

Benedicto XVI aseguró al embajador «la plena y leal colaboración» de la Iglesia, en la que «podrá encontrar una valida contraparte por lo que se refiere a las cuestiones bilaterales, y más en general una constante colaboración para llevar adelante el bien común en la comunidad internacional».

Timor Oriental, ex colonia portuguesa que estuvo ocupada por Indonesia, es uno de los países más pobres de Asia y es, tras Filipinas, el segundo país asiático con una población en su mayoría católica. Tiene cerca de un millón de habitantes.

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ZENIT Staff

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