El Siervo de Dios 'Tata Vasco' hacia la beatificación

Abierta la causa de canonización del primer obispo de Michoacán, México, ejemplo en evangelización e inculturación de la fe

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«Este 29 de abril se abrió oficialmente la causa de canonización de ‘Tata Vasco’, como lo siguen llamando con cariño los indígenas de las tierras michoacanas, conocido también como ‘el español que se hizo indio y defendió a los P’urhépechas'». Lo indicó el boletín Noticelam enviado este miércoles, el cual añade que sea el Arzobispo de Morelia, Mons. Alberto Suárez Inda, que el postulador de la Causa, el P. Salvador Vázquez Flores, han destacado el carisma del Siervo de Dios Vasco de Quiroga (Madrigal de las Altas Torres, Ávila, 1470 – Uruapán, 1565).

El Arzobispo de Morelia recordó su ternura como evangelizador; en su impulso en la inculturación de la fe, defendiendo la dignidad y talentos de los indígenas, para los que sentía un amor entrañable. Su voz profética, hoy más necesaria que nunca señala Mons. Alberto Suárez Inda, coincide con el modelo de evangelizador, primero como laico, luego como abogado y Obispo.

El siervo de Dios, primer obispo de Michoacán, fue un testimonio ejemplar en la transmisión e inculturación de la fe en el Nuevo Mundo.

En vida dejó sólida fama de sus virtudes, a pesar de haber sido hombre que defendió sus derechos en contra de sus colegas obispos, de los religiosos, de los españoles y de los mismos indígenas, cuando creyó que tenía razón y justicia.

El cambio que logró en los indígenas purépechas fue asombroso. Los catequizó y les mostró su grande amor. Por ese motivo los indígenas lo llamaron cariñosamente «Tata Vasco», que en lengua purépecha significa: papá.

Se dedicó a impartir justicia a los indígenas y fundó, para su promoción humana y cristiana, el Hospital de Santa Fe de México, porque, como dice en su Información en Derecho:
«Hay tantos indios, que son como las estrellas del cielo y las arenas del mar y su manera de vivir es un caos y confusión, que no se les puede instruir, ni moralizar, ni estorbarles sus borracheras e idolatrías por no estar reducidos a pueblos».

En 1533 la fama de don Vasco era tal que fue enviado por la Segunda Audiencia como Visitador a Michoacán a pacificar a los purépechas, que se habían revelado al dominio español por los desmanes que Nuño de Guzmán cometió contra el Cazonci y su pueblo.

Los restos mortales del Siervo de Dios don Vasco de Quiroga descansan en la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, en donde se les ha erigido un mausoleo a la entrada de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, aunque toda ella es una monumento a su fundador.

Murió en Pátzcuaro el 14 de marzo de 1565, a la edad de 77 años y no a los 95, como se ha dicho tradicionalmente, habiendo dejado su diócesis bien organizada y con 59 parroquias: 34 administradas por el clero secular, 14 por frailes franciscanos y 11 por frailes agustinos.

Leer también : El primer obispo de Michoacán, ejemplo de inculturación de la fe


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ZENIT Staff

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